Más rápido se coge al mentiroso que
al cojo
Por
Alejandro C. Manjarrez
Hay de
mentiras a mentiras. Por ejemplo aquellas que buscan complacer a los demás mediante el discurso; o las
“nobles” (Sócrates-Platón) que
acostumbran los gobernantes para falsear su realidad aparentando conocimiento,
virtud y verdad, engaño éste sustentado en un supuesto interés público, como
lo hacían los déspotas ilustrados.
También
está la mentira de doña Chona, la filósofa
del mercado La Acocota, misma que —según creo— es la que motivó a los morenopanistas,
varios de ellos inspirándose en san Agustín (inventor de las ocho mentiras o
mentirillas) y otros arrobados por el carisma de Rafael Moreno Valle quien, para
la pléyade de beneficiarios, representa la reencarnación del mismísimo Platón
o, en el peor de los casos, de Luis XIV, el rey sol.
En esta y otras disquisiciones
entre universales y pueblerinas se me atravesó la figura de Tony Gali
cantándole al patrón de su destino. Entonaba la canción Mentira (“Lo nuestro
siempre fue una mentira”), pieza con la cual hizo felices a los poblanos con
oído de artillero. Confieso que igual recordé a Martha Erika Alonso, la mujer
que superó los escollos de la vida (machismo y misoginia) para poder ubicarse
en el mismo nivel político de su marido. Ella no canta como Tony, sin embargo,
intuyo, entiende a la perfección aquello de las…
Mentiras
piadosas
Antes de entrar en materia
permítame el lector recordar una de las anécdotas (o farsa) que cambió el
destino de Puebla:
Disputaban la postulación Marco
Antonio Rojas Flores y Guillermo Jiménez Morales, el primero apoyado por el
gobernador Alfredo Toxqui, y el segundo como carta de los poblanos asentados en
el entonces Distrito Federal. Rojas iba en caballo de Hacienda: su arraigo y
presencia pública lo ubicaron en las preferencias de sus paisanos. Cuando el
grupo de Jiménez midió las posibilidades entró en pánico y juntos acudieron
ante el secretario de Gobernación, el profesor Enrique Olivares Santana. “Si
Rojas es postulado, mi partido hará una denuncia pública sobre la corrupción en
el gobierno de Puebla…” mintió Gustavo Carvajal Moreno, a la sazón presidente
del CEN del PRI. “¡Y los diputados nos uniremos a esa denuncia!”, espetó
estridente Victoriano Álvarez García secundado por Alfonso Segbe Zanen, ambos
compañeros de legislatura de Jiménez Morales Guillermo. El secretario estaba
estupefacto: abandonó su escritorio metiéndose al pequeño cubículo que estaba
detrás. Llevaba la idea de consultar el caso a través del teléfono rojo.
Regresó a su escritorio. Amigable pero enérgico dijo: “Está bien muchachos, Ya consulté
con al Señor Presidente y me instruyó para que ustedes hagan una consulta entre
los sectores del partido. De su resultado saldrá el candidato”, concluyó el
profe con una sonrisa traviesa.
Se hizo la consulta y Guillermo
ganó. ¿Cómo? Lo explico valiéndome del siguiente diálogo a cargo de don Blas
Chumacero Sánchez, líder obrero casi sempiterno:
Cuando en sesión privada el
pleno de la dirigencia estatal del PRI poblano preguntó a Chumacero por quién
votaría su sector, el viejo líder respondió manoteando y levantando su voz de
castrati: “¡Que quede constancia: nuestro candidato es Marco Antonio Rojas
Flores!, empero —agregó bajando los decibeles de sus palabras— nos
disciplinamos al partido y nos unimos al sector popular y a la CNC”.
Eso ocurrió hace tres décadas y
hoy —así lo indican las circunstancias— podría repetirse el viejo y desgastado
esquema que tantos lauros dio al otrora partidazo.
La
mentirilla
Al aliarse con lo que
repudiaban (y todavía repudian pero en lo oscurito) el PAN se convirtió en el catalizador
que permitió —valga la expresión común— mezclar el agua con el aceite. Logró
así concretar la hazaña, empero, al mismo tiempo, se expuso a la crítica de sus
adversarios, razón por la cual las decisiones políticas de su dirigencia se
volvieron más cuidadosas, casi draconianas. Ello pudo haber confrontado a los
miembros de la nomenclatura del PAN.
Había hechos y costumbres toleradas debido, quizá, a la máxima aquella que
dice: en política lo que cuesta sale barato. Me refiero a quienes estaban o
están comprometidos con los titulares del poder Ejecutivo de las entidades
gobernadas por correligionarios. De ahí que no sea difícil que esos mandatarios
le hayan dado algunos pellizcos a las partidas presupuestales de sus estados para,
en un acto de solidaridad partidaria y con gran visión futurista, ayudar a
solventar algunos de los compromisos del partido.
Con la creación de Frente se
tuvo que romper la sinergia de intereses políticos lubricados con recursos públicos:
de existir y descubrirse quedaría expuesto Ricardo Anaya a críticas terribles y,
obvio, a la censura de sus aliados. Por ello, supongo, la dirigencia panista
decidió dar a sus resoluciones cierto cariz de honestidad democrática.
Cuando pensaba en lo que usted
lector acaba de leer, tuve —como AMLO— la siguiente ocurrencia producto de la fantasía
basada en la lógica política. Va:
Imagino al nuevo dirigente de
Acción Nacional negociando con el ex gobernador de Puebla. ¿Qué? Pues la
candidatura para Martha Erika, precisamente:
—Tenemos que encontrar una
fórmula para que no se sienta que impones a tu esposa…
—Pero es que ella tiene las
preferencias del electorado y puede dotar de los votos definitivos para que
Ricardo sea presidente de México…
—Si así es, estarás de acuerdo
en hacer una encuesta. Pero para ello necesitamos que Eduardo Rivera participe…
—¡Está denunciado y por ende
impedido para contender…!
—Pues ordena que el Congreso
desaparezca ese impedimento. Si como dices tu mujer tiene las preferencias, es
obvio que ella saldrá airosa de esta contienda interna…
—¿Me lo aseguras?
—Te lo aseguro. Sólo hay que
mover las piezas y a los grupos pensando en evitar los malos ratos, la
vergüenza…
—¿Y Lalo está de acuerdo?
—Déjamelo a mi. De eso me
encargo yo. Tú dile a Tony que haga una reunión pública entre Erika y Lalo. Hay
que preparar el terreno mediático; que no se sienta que tú la estás imponiendo…
¿OK?
—Afirmativo líder. De acuerdo.
Debo hacer una aclaración: Martha tiene de suyo un gran carisma y su propia
carrera política…
El líder no hizo mutis. Sólo tendió
la mano a Rafa.
El
final feliz
Es esa imaginaria andaba este
escribidor cuando e-consulta confirmó que mi ocurrencia no lo fue tanto ya que
Damián Zepeda Vidales declaró que Lalo sería postulado a la alcaldía de Puebla
y Martha como candidata al gobierno que le preparó su señor esposo. Ahora sí se
quemaron las denuncias en contra de Rivera y se cumple el plan “B” o “C” de
Rafael.
En fin…
Apreciado lector: prepárese
para lo peor que está por venir. Me refiero al festinado maximato ideado por
Rafael Moreno Valle, el gran actor de la simulación. Bueno esto siempre y
cuando, que conste, Miguel Barbosa Huerta se duerma en sus laureles y el PRI
poblano se preste a la gran charada de Puebla.
@replicaalex