Por Alejandro C. Manjarrez
En una interesante conversación con mi colega Jesús Manuel Hernández, coincidimos en que algo raro ocurre en el entorno del gobernador de Puebla, el ahora sobreexpuesto Rafael Moreno Valle Rosas.
Entre las ideas y opiniones vertidas en esa mesa de trabajo-comida, se me ocurrió (y así se lo dije a Jesús Manuel) compartir con él y los lectores lo que se conoce en la “Nube” como los 11 principios de la propaganda de Joseph Goebbels. La razón: el parecido entre aquello y lo actual.
Va pues esta parte de la cosecha del análisis periodístico para que usted la analice y decida hasta dónde llega la similitud. (Si ya los leyó puede volver a leerlos.)
Principio de simplificación y del enemigo único. Adoptar una única idea, un único símbolo; individualizar al adversario en un único enemigo.
Principio del método de contagio. Reunir diversos adversarios en una sola categoría o individuo. Los adversarios han de constituirse en suma individualizada.
Principio de la transposición. Cargar sobre el adversario los propios errores o defectos, respondiendo el ataque con el ataque. Si no puedes negar las malas noticias, inventa otras que las distraigan.
Principio de la exageración y desfiguración. Convertir cualquier anécdota, por pequeña que sea, en amenaza grave.
Principio de la vulgarización. Toda propaganda debe ser popular, adaptando su nivel al menos inteligente de los individuos a los que va dirigida. Cuanto más grande sea la masa a convencer, más pequeño ha de ser el esfuerzo mental a realizar. La capacidad receptiva de las masas es limitada y su comprensión escasa; además, tienen gran facilidad para olvidar.
Principio de orquestación. La propaganda debe limitarse a un número pequeño de ideas y repetirlas incansablemente, presentadas una y otra vez desde diferentes perspectivas, pero siempre convergiendo sobre el mismo concepto. Sin fisuras ni dudas. De aquí viene también la famosa frase: si una mentira se repite suficientemente, acaba por convertirse en verdad.
Principio de renovación. Hay que emitir constantemente informaciones y argumentos nuevos a un ritmo tal que cuando el adversario (o crítico) responda, el público esté ya interesado en otra cosa. Las respuestas del adversario (o crítico) nunca han de poder contrarrestar el nivel creciente de acusaciones.
Principio de la verosimilitud. Construir argumentos a partir de fuentes diversas, a través de los llamados globos sondas o de informaciones fragmentarias.
Principio de la silenciación. Acallar aquello sobre lo que no se tiene argumentos y disimular las noticias que favorecen el adversario o apoyan la crítica, también contraprogramando con la ayuda de medios de comunicación afines.
Principio de la transfusión. Por regla general, la propaganda opera siempre a partir de un sustrato preexistente, ya sea una mitología nacional o un complejo de odios y prejuicios tradicionales; se trata de difundir argumentos que puedan arraigar en actitudes primitivas.
Principio de la unanimidad. Llegar a convencer a mucha gente sobre la idea de que se piensa como todo el mundo, creando impresión de unanimidad.
Dice uno de los analistas del método citado:
“Es realmente sobrecogedor ver lo vigente que sigue hoy en día este decálogo (+ 1) de propaganda nazi. Es más, el sistema político de algunos países se hundiría de no ser por este famoso decálogo…
“Todo está preparado para que nos preocupemos más en problemas aparentes que unos pocos desean que se conviertan en nuestra principal preocupación, en lugar de preocuparnos por cosas que nos afectan a todos directamente en mucha mayor medida…
“Con esto también se consigue que nuestros políticos recorten alegremente los derechos por los que tanto lucharon nuestros padres y abuelos mientras se lo agradecemos con efusivos aplausos. Como decía la reina Padmé Amidala: ‘Así muere la democracia, con un estruendoso aplauso.’”
Pero contra semejante sentencia sacada del clásico del cine “La Guerra de las Galaxias”, hay otra que enarbolarían los abuelos basándose en la paráfrasis de la frase que es la esencia de la libertad de expresión, palabras que pronunció el constituyente Francisco Zarco: “Mientras exista la libertad de prensa, existirán las otras libertades”, incluso la de equivocarse y remachar sobre el error, siempre y cuando esto no lo haga el gobernante.
En fin, a pesar de la opinión de los jilgueros del poder político, la prensa en Puebla se ha ido fortaleciendo en la medida en que se le ha atacado. Sin embargo, hay que reconocer que en alguna forma tuvo éxito el plan goebbeliano ya que en sólo once meses el gremio periodístico acabó dividido en dos grupos: el sometido y por ende dirigido por el gobierno, y el otro cuyo empeño es seguir el código de ética formado por el tiempo y la inteligencia, actitud ésta que resumo en las siguientes líneas, también parte de la “Gran Nube” y, en consecuencia, del dominio público:
El periodista debe contar con ciertas habilidades para el buen desempeño de su labor, tales como espíritu crítico, objetividad, potencial analítico, facilidad para hacerse entender, elocuencia, capacidad reflexiva, capacidad de observación y percepción social; habilidad narrativa, capacidad para trabajar en equipo y bajo presión; capacidad de liderazgo, sociabilidad y cultura, entre muchas otras características. Y lo más importante para no transgredir estos sí que principios: no venderse y menos aun alquilarse a ningún tipo de gobierno.
Dicho lo anterior sólo me queda una pregunta: ¿le venderían el plan Goebbels al gobernador Moreno Valle?
Twitter: @replicaalex