Por Alejandro C. Manjarrez
Después de un año de ejercer el poder, Rafael Moreno Valle ha confirmado que es un tipo congruente y por ende predecible; un moderno guerrero cuyos objetivos giran en torno a la conquista del poder. Hace lo que predica y se vale de cualquier medio para lograr sus fines. Esto lo saben (y a veces hasta lo han sufrido) sus colaboradores cercanos y beneficiarios del afecto o recipiendarios de la hostilidad, digamos que fraternales.
De esa congruencia podrían hablarnos dos ex gobernadores. Me refiero a Melquiades Morales Flores y a Mario Marín Torres. El primero, cómplice político de Rafael; y el segundo, su enemigo de clase y hasta de costumbres.
Acción y consecuencia
La carrera política de Rafael Moreno Valle tiene dos interesantes facetas. Una es la complicidad común en la política. Y la otra el antagonismo que va de la mano de las ambiciones de poder. Son actitudes que sin habérselo propuesto impulsaron o avalaron los ex gobernadores mencionados. Al recordarlas comprobamos lo que apunto en el primer párrafo: la congruencia de Moreno Valle.
Ya lo he dicho pero es necesario repetirlo: Melquiades fue seducido por la personalidad y empeños laborales del doctor (así le decía), cuyo nombre y antecedentes familiares tenían reservado un espacio en el gran corazón del entonces titular del poder Ejecutivo del estado de Puebla. De ahí que éste lo adoptara como alumno político, y que desde el inicio de su relación profesional haya decidido encauzarlo para que lo sucediera en el cargo. No obstante su empeño, falló la estrategia debido a que se opuso Mario Marín Torres, quien tuvo a bien presionar a Melquiades (y puede ser que hasta chantajearlo) basándose en los antecedentes que le conoció cuando colaboró con él (fue su secretario particular). Así pues, lo que se tradujo en una lucha intestina concluyó con un pacto de caballeros: Mario ofreció a Rafa (quizá con el testimonio de Melquiades) desde la diputación local incluido el liderazgo del Congreso, hasta el escaño federal que en automático habría de llevarlo al Senado de la República, trayecto amparado en las siglas del PRI.
Después ocurrió lo que usted y todos sabemos: Marín le vio la cara a Moreno Valle y no cumplió lo pactado. Por ello Rafael tuvo que emigrar al PAN y afiliarse al grupo de Elba Esther Gordillo, sabedor del poder político que tenía (y aún conserva) la controvertida y habilidosa líder magisterial. Fue cuando Rafa puso en práctica su poder de seducción o empatía para conquistarla y validar lo que apunto arriba: el espíritu del guerrero que busca hacerse del bastión sin importar los métodos que tenga que utilizar.
La presencia personal y familiar de Melquiades Morales, podría ser un excelente ejemplo de la congruencia de Rafael que, como lo hemos visto, ha reciprocado a su ex jefe todas sus bondades, incluido desde luego el modesto perfil electoral que Melquiades adoptó en la pasada contienda federal. Gracias a ello, Moreno Valle pudo ganar la elección constitucional que lo llevó al Senado, su plataforma para la gubernatura.
Igual podemos decir respecto al también congruente encono morenovallista, tirria que a pulso se ganó Marín Torres cuando decidió no cumplir el trato consistente en apoyar a Rafael para que éste fuera quien lo relevara en el gobierno (con la marca del PRI, obvio). En pocas palabras, se burló de él y lo marginó del proceso para elegir candidato al Senado de la República.
Dejo a Melquiades y su cosecha de lealtad y congruencia. Y voy a lo que por predecible no tenía por qué habernos sorprendido:
La dulce venganza
En las entrelineas sobre las negociaciones de gobernabilidad que llevaron a cabo Valentín Meneses y Fernando Manzanilla, salió a relucir otro convenio o pacto entre Mario Marín y Rafael Moreno Valle, acuerdos aderezados con la influencia de la maestra Gordillo. Trascendió que hubo una especie de tregua para lograr la transición tersa y pacífica, acuerdo que produjo la siguiente declaración. “No habrá cacería de brujas”.
Y no la hubo hasta que reventó la olla de presión donde se fueron guardando los movimientos heterodoxos con factura marinista. Una buena oportunidad para que Rafael demostrara su congruencia. Y una mejor ocasión para poner en práctica el pragmatismo que distingue al gobierno poblano.
Como es del dominio público, la administración gubernamental anterior funcionó cual pulpo cuyos tentáculos se encargaron de llevar a la cabeza todo tipo de cosechas. Uno de esos brazos fue precisamente el ex secretario de Salud, primer apéndice cercenado, quizá el menos ostentoso en lo que se refiere a la “riqueza inexplicable”. Lo curioso es que en este caso la ley haya operado poco antes del Primer Informe de Gobierno para hacer de la noticia un tema de propaganda política, lo cual también entra en el rango de la congruencia morenovallista.
Basándome en lo que usted acaba de leer, lo que viene, lo predecible, podría ser un poco más escandaloso siempre y cuando el gobierno ampute otros tentáculos mucho más espectaculares que el “modesto” Alfredo Arango García, a quien, por cierto, parece habérsele negado la cultura y las lecturas sobre las historias de Puebla (recordemos a Luis Cabrera cuando respondió al funcionario que le pidió pruebas de su dicho: “Lo acuso de ratero no de pendejo”.)
Concluyo esta entrega con las palabras de Jorge Volpi (Leer la mente, Ed. Alfaguara), mismas que parecen dedicadas a los políticos congruentes sí, pero negados a cultivarse:
“La literatura no sirve para entretenernos ni para embelesarnos. Nos hace humanos”.
Un buen tema para la próxima.
Twitter: @replicaalex