jueves, 31 de mayo de 2012

AMLO en bandeja de plata


Por Alejandro C. Manjarrez
El paso de la charola que antes era un gran negocio para los hombres del dinero, hoy se ha convertido en una aventura financiera de alto riesgo. Esto porque además del dolor que implica perder dólares o pesos, existe el peligro de equivocarse de candidato y, en consecuencia, ser sujeto de la persecución del fisco o incluso de las leyes penal y mercantil, si acaso el triunfador en la elección no fue uno de los beneficiarios de sus aportaciones.
Lo que ocurrió en el entorno de Andrés Manuel López Obrador, muestra cómo reaccionan los políticos que suelen darle la vuelta a lo que los abogados llaman “confesión de parte”. Asimismo exhibe el lado flaco de los empresarios dado que entre ellos siempre habrá un Judas que los venda por una promesa cuyo pago equivale al valor de los tepalcates, que sería el precio natural si midiéramos el hecho con la vara de la honestidad moral o con la regla de la ética comercial. Aunque…
En los negocios no hay amigos”, reza la sentencia malvada.
En los asuntos de dinero hay que ser agnóstico”, recomienda la conseja del pragmatismo salvaje.
En negocios de cochinos todo es dinero y en negocios de dinero todos son cochinos”, dice el refrán popular.
En fin.
La peor parte de los convenios “secretos” siempre será para el beneficiario de ese tipo de recaudaciones que, según la costumbre, ocurren bajo la mesa o son ultra-confidenciales. Vayan dos razones como ejemplo:
Una: ya en el poder, el favorecido con el producto del “paso de charola”, tendrá que devolver el dinero –y además hacerlo con creces– valiéndose de los recursos públicos y sin que se entere la sociedad.
La otra: para cumplir con ese tipo de compromisos basados en la asignación de obras, o en contratos millonarios, o en cargos públicos importantes y en proveedurías muy productivas (promesas de “a bigote”), el que resultó “agraciado” por esos sus mecenas, en tres de estos casos deberá violentar la ley a fin de que quienes lo ayudaron resulten elegidos en concursos o asignaciones directas diseñadas ex profeso, precisamente, para corresponder favores. “Dale la vuelta a la normatividad y que Fulano se lleve el contrato”, es una de las órdenes comunes que se escuchan en los corrillos del poder.
En este supuesto colocaron o se colocó el candidato de la izquierda. De ahí que si fuese cierto que sabía lo del paso oculto y mañoso de charola, es obvio que Andrés Manuel nos estaba engañando con su auto ponderada honestidad. Ahora bien, suponiendo que el trámite fue hecho a espaldas del candidato de Morena, entonces sería peor debido a que su gente no lo respeta y por ende le ha visto la cara de tonto, condición ésta inaceptable tanto para él como para sus electores y desde luego para los ciudadanos que pretende gobernar.
De una u otra forma alguien tendrá que echarse la culpa por poner en la mesa del PRI –nada menos que en charola de plata– el prestigio de López Obrador y, en consecuencia, hasta la posible derrota electoral si partimos de que el plus de Andrés Manuel es su pregonada honestidad y rectitud.
Pronto habremos de conocer los efectos que surgirán de semejante follón y cómo va a afectar a AMLO. Ayer supimos una parte de los reflejos a bote pronto de los estrategas del PRI, acciones encauzadas a frenar el crecimiento del candidato de las izquierdas. Lo que todavía está en veremos es cómo actuará el cuarto de guerra del perredista para que su candidato no quede como tonto y su equipo de asesores financieros dejen de ser catalogados como un grupo de delincuentes electorales.
Lo más delicado para ese proyecto aún en proceso de ganar puntos, son los jóvenes que hoy se manifiestan en contra de Enrique Peña Nieto, y que mañana podrían voltear sus obuses mediáticos hacia quien hasta ayer era su paradigma.
Twitter: @replicaalex