Gilberto Bosques Saldívar. 1922
Por Alejandro C. Manjarrez
En cada aniversario de Gilberto Bosques Saldivar, recuerdo sus palabras pronunciadas con voz calma, tersa y sabia: “Estoy preocupado por los poblanos. El gobierno aún no les corresponde”.
Don Gilberto tenía noventa años el día en que le escuché decir esas y otras frases. Fue cuando me pregunté: ¿sabrá la nueva generación de políticos lo qué hizo Gilberto Bosques para ser considerado como una persona extraordinaria, de inteligencia brillante y un singular sentido de fraternidad? ¿Se habrán enterado de su vocación por la justicia, así como de su extraordinaria cultura y sensibilidad social, cualidades que lo convirtieron en el paradigma y en referente para cientos de miles de personas? ¿Conocerán las historias de dignidad y humanismo que respaldan su fama en el mundo?
Supuse que no. Y por ello una y otra vez reproduje parte de su vida, misma que hoy repito y esbozo:
Siendo estudiante de la Normal, participó con Aquiles Serdán. Posteriormente se incorporó a la Revolución.
En 1917 resultó electo para el Constituyente de Puebla.
Se unió al movimiento en favor de Adolfo de la Huerta. A la derrota de éste fue perseguido por Álvaro Obregón, circunstancia que le obligó a salir del país. Meses después regresó.
Dirigió El Nacional, entonces órgano del PNR, periódico en cuyas página se vertían críticas y señalamientos al gobierno y a los políticos en el poder.
Dejó el país para convertirse en un referente del humanismo internacional: salvó a más de 40 mil personas cuando fungió como cónsul general de México en Francia. De ahí la gratitud y el homenaje permanente que se le ha venido haciendo en diferentes partes del mundo, reconocimientos que prevalecerán en tanto existan los descendientes de judíos y españoles republicanos cuyos padres, abuelos o tíos formaron los primeros eslabones de la cadena sin fin que pudo construirse gracias a labor de Bosques.
Decidió concluir su vida diplomática precisamente en Cuba, donde estuvo seis años con Batista y cinco con Fidel Castro. Tomó la determinación de retirarse del servicio diplomático, justo el día que Gustavo Díaz Ordaz fue electo Presidente de la República. No quiso formar parte de aquel gobierno.
¿Por qué tuvieron que pasar varias décadas para que en Puebla se le reconociera su labor social, humanitaria, humanista, cultural y política?
La injusta indiferencia
Durante años prevaleció el veto que en su contra dictó Maximino Ávila Camacho, el general que llegó a ser gobernador gracias a que Lázaro Cárdenas solicitó a Bosques que no hiciera el reclamo legal por su triunfo en la elección que lo hizo candidato al gobierno de Puebla. “Tengo un fuerte compromiso con él”, le dijo y al mismo tiempo pidió su comprensión y amistad.
Pasaron varias décadas y hasta 1987 se reconoció la labor diplomática de este poblano singular: su nombre fue inscrito en los muros del Congreso Local donde, con su voz calma, tersa y sabia Bosques dijo a los diputados:
“Ya como ustedes ven, soy un hombre a quien todas las cosas empiezan a dar rostros, señales de despedida... Nací en Chiautla, en una risueña casa inclinada sobre un flanco de la barranca del ojo de agua; es decir, nací en la entraña misma de aquella villa.... Lo recorrí todo... Entonces creo que me impregné de todo el vigor, el pluvio, la elocuencia, la palabra del agua y de las montañas... Después estuve en esta ciudad (Puebla) como estudiante. Y aquí acabé de formarme por la virtud mágica de una ciudad como ésta. Ciudad hermosa, ciudad prócer, ciudad en aquellos días límpida como ahora, con una atmósfera y una transparencia que solamente he encontrado en alguna parte de Europa... Aquí me formé en la lucha estudiantil, de esfuerzo, de trabajo y más tarde por el esfuerzo y por la causa del pueblo...”
Manola Álvarez Sepúlveda, diputada y promotora del reconocimiento, presidió esa sesión solemne. Mariano Piña Olaya, el gobernador, no asistió y su lugar fue ocupado por Guillermo Pacheco Pulido, presidente municipal de la ciudad capital del estado.
En 1994, el Congreso local publicó su libro Artículos, conferencia y discursos. Ya no pudo asistir; sin embargo, envió un mensaje video grabado. Manuel Bartlett gobernaba la entidad.
Dieciséis años más tarde, en 2010, el mismo Congreso poblano reeditó el libro mencionado con parte de los festejos del Centenario de la Revolución Mexicana y Bicentenario de la Independencia. El día del homenaje acudió el mandatario Mario Marín Torres debido, supongo, a la enjundia legislativa de la diputada Rocío García Olmedo, presidente de la Comisión Especial de Apoyo a los Festejos.
El pasado miércoles, los diputados replicaron los homenajes del Congreso local a don Gilberto, con una novedad: la directriz del gobierno de Rafael Moreno Valle, cuya presencia en el acto tuvo un alto sentido político–diplomático: en la ceremonia se hizo un reconocimiento a los poblanos que han sido embajadores y se entregó a su hija Laura Bosques Manjarrez un folleto, casi opúsculo, que quiso ser ensayo.
Vienen a cuento estas líneas porque hoy, 20 de julio de 2012, Gilberto Bosques Saldívar cumpliría 120 años de edad. Y allá, en la dimensión donde se encuentre, estoy convencido de que sigue preocupado por los poblanos y por la respuesta de su gobernador.
Twitter: @replicaalex