Por Alejandro C. Manjarrez
“¡Rafael vale más que ocho guaruras, carajo!”.
El simple y eufónico razonamiento que acaba de leer, me asaltó cuando repasé las notas sobre la asignación ad perpetuam del grupo que cuidará a Moreno Valle, a partir de que éste viva en el espacio donde los ex rumian sus fracasos o platican sus logros. Para qué tanto pinche escándalo, me dije, si sólo es un millón de pesos por año lo que el pueblo sufragará a quien durante seis años fue su esperanza, su líder, su estrella, su héroe. Confieso que incluso se me ocurrió pensar en la modestia de los diputados al autorizar como salario 10 mil pesos mensuales por piocha guaruresca, emolumento que pone en riesgo a nuestro ilustre, ya que cualquier escolta de cualquier empresario de medio pelo gana cuatro veces más y tiene prestaciones que rebasan con mucho a las del Issstep. Es injusta tanta austeridad; no se lo merece nuestro góber, me dije convencido e intranquilo.
De lo anterior pasé a preocuparme por los elegidos para este trabajo. Y pregunté a mi sombra o dáimon u otro yo:
¿Les impondrán la obligación de hacer un casting como el que acostumbran los stripers? Deberían para que puedan mimetizarse con el jet set donde seguramente operarán rodeados de metrosexuales.
¿Hablarán inglés y su visa estadounidense estará vigente? Ojalá porque hay que eliminar el peligro que para los mexicanos representa la discriminación en suelo gringo.
¿Conocerán los enredos periodísticos que ayudan a entender las entrelíneas de las revistas rosas? Tienen que debido a que su chamba requerirá estar al tanto de quiénes son y cómo se comportan los miembros del mundo del espectáculo político.
¿Les pedirán título de licenciatura o de perdis un diplomado en la Universidad de Salamanca y, obvio, que pasen el test de la natura? Requisito indispensable dado que los pendejos no tienen cabida en esta importante misión.
Nigromancia
Después de pensar en todo ello se me ocurrió que hay otro problema a resolver, o sea la ojeriza contra la cual no existe protección, actitud que suele prohijar pensamientos malévolos difíciles de detectar hasta por los guarros del Mossad. Llamémosle “malas vibras”.
¡Vaya conspiración! Razoné y en automático se me ocurrió la siguiente hipótesis:
Imaginemos que existen grupos antimorenovallistas, cofradías casi secretas cuyo vínculo podría ser la persecución que el gobierno emprendió en su contra, daños que van desde la merma de su economía familiar (corridos, señalados, tachados, aislados, congelados y degradados), hasta las denuncias por enriquecimiento inexplicable u otros delitos que ponen en riesgo la libertad de los cofrades. En este caso la maquinación menos peligrosa sería el deseo de que al ex (léase Rafael) le vaya mal. Ah, e incluya la magia negra y los trabajitos a cargo de chamanes, brujos, sacerdotes y sacerdotisas con facultades vuduistas. Me refiero a los que saben cómo clavar alfileres justo en salva sea la parte del muñeco de trapo.
Ante este imponderable, colegí, el Congreso local tendría que legislar o autorizar una partida especial que el ex dedicaría una parte al pago de la magia blanca y otro tanto al costo de las limpias con los brujos de Catemaco, además de la lana que tendría que aportar a los especialistas en el Tarot, así como la inversión que requieren los cursos especializados donde los escoltas aprendan a percibir el origen de las malas vibras.
Está cabrón.
Para abordar con éxito semejante escenario, los poblanos, todos sin excepción, tendríamos que lucubrar positivamente y desearle lo mejor a nuestro mandatario; es decir, suponer que cada una de sus acciones persiguen el beneficio de la sociedad y no, como se dice por ahí, el provecho personal. Si le va bien como gobernante, estoy seguro, a todos los gobernados nos iría de maravilla. Pero como van las cosas difícilmente se lograría un consenso mental, digamos a su favor.
La dificultad que apunto se deriva de mis malas lecturas. Quizá debería haber leído El arte de la guerra en lugar de El laberinto de la soledad, por ejemplo. Dejar a Octavio Paz y regodearme con los consejos de Sun tzu. Pero no, prefiero seguir pensando en las ilustrativas máscaras que en las armas que matan el prestigio. Concluyo:
Rafael Moreno Valle Rosas tiene que echarle un vistazo a la cultura mexicana para entender las reacciones y respuestas de los “hijos de la Malinche” que “luchamos con entidades imaginarias, vestigios del pasado o fantasmas engendrados por nosotros mismos…” En síntesis, identificar a quienes usan la máscara de la simulación, lisonjas y aplausos que lo treparon a la quimera esa que le llaman cuernos de la luna.
Ni hablar que está cabrón.
Twitter: @replicaalex