Por Alejandro C. Manjarrez
Los panistas entraron a la fase 3 y ya están en alerta amarilla. Les faltan 126 días para quedarse sin chamba y, en consecuencia, sin el nutriente que proporciona la ubre presupuestal (como le ocurrió a los priistas poblanos cuando ganó Rafael Moreno Valle). Y lo peor: perderán los privilegios que emanan de la estructura de poder, gratificaciones que van desde una común compensación, hasta mercedes como la asignación de escoltas, choferes, vehículos (algunos blindados), pago de viáticos, caja chica, transportación aérea y en muchos casos la “ayuda” de renta, además de los sueldos de la servidumbre. Dirían los priistas que sufrieron el mismo fenómeno laboral: “justicia divina”.
Este tipo de desempleo no es un asunto menor ya que quienes no se corrompieron van a extrañar el dinero que durante seis o doce años les ha permitido mantener la estabilidad familiar, y no precisamente acogiéndose a la medianía pregonada por Benito Juárez. Pero quienes se enriquecieron deberán preocuparse porque, seguramente, habrá investigaciones y denuncias por parte de los “fiscales” del próximo gobierno, no tanto inducidos por el deseo de vengar afrentas y cazar brujas para reciprocar las persecuciones en su contra, sino debido a que tienen la urgente e insoslayable necesidad de legitimar la presidencia de Enrique Peña Nieto.
¡Vaya socavón moral en el que aguarda por los blanquiazules!
Si como se manejó hace dos años, el gobierno de la República gasta en sus delegaciones federales más de 233 mil millones de pesos anuales, es obvio que gran parte de ese dinero dejará de pasar por los bolsillos de los panistas. Si le parece poca la merma, entonces agréguele a ese decaimiento financiero por la lana que dejarán de cobrar los que hoy son funcionarios del gobierno federal, los de primer, segundo y tercer niveles. Qué decir de los aviadores y también de los extras económicos producto de concesiones, contratos, plazas fantasmas, comisiones, mordidas, diezmos, propinas incluidos los vulgares moches...
Diría cualquier priista de la vieja escuela, para no ir muy lejos la prohijada por el maestro Carlos Hank González: se van a secar porque ya no serán salpicados y tampoco podrán salpicar, por no decir beneficiar a cómplices y socios.
Tendremos así que crecerá exponencialmente el número de panistas sentados en el banquillo de los acusados unos, y otros en la banca de reservas, llamémosle estratégicas. De esa pléyade que calculo en 60 mil (igual que el número de muertos en la “guerra” calderonista), sólo se salvarán ciento cincuenta y dos, los que llegan al poder Legislativo: 114 por tres años y 38 por seis. Ahora bien, si creyéramos lo que en su twitter dijo Felipe Calderón a López Obrador corrigiéndole la plana (segundo debate), los altos funcionarios de su gobierno (nada más ellos, que conste) dejarán de recibir alrededor de 2 mil millones de pesos por año, cantidad que corresponde a sus salarios y compensaciones, egreso contabilizado como tal. Auméntele las otras gratificaciones cuyo monto podría ascender a 500 millones de pesos (25 por ciento).
Este es el enorme nubarrón que oscurece el futuro inmediato de los panistas, algunos de ellos víctimas de la soberbia que cual fruto podrido emerge en las parcelas de poder, el que ejercen. El resto –por no decir todos– deberán aprender a vivir contraviniendo la filosofía de César Garizurieta, el mismo que por haber sido abogado del gobierno, diputado federal, funcionario público, embajador y magistrado dejó a los “servidores públicos” la siguiente consigna: “Vivir fuera del presupuesto es vivir en el error”.
Como los panistas caerán dentro de ese enorme agujero, lo menos que podemos hacer es desearles mucha suerte y, desde luego, que Dios los agarre confesados.
Twitter: @replicaalex