Por Alejandro C. Manjarrez
El Partido Acción Nacional está en el hoyo. La razón de su arribo a este estamento es, sin duda, la ineptitud política de sus últimos dirigentes cuyo vínculo con el pasado (su esencia e historia) sufrió el cambio generacional, relevo que llegó acompañado de la soberbia o, en el caso de Gustavo Madero, de las pocas luces intelectuales ocultas detrás de la máscara utilizada por aquellos que se dicen herederos de la Revolución.
Ese efecto puso a los panistas en el deshonroso tercer lugar, afrenta que hubiese pasado desapercibida si no fueran gobierno.
En descargo del panismo poblano, al cual hoy me refiero, podríamos decir que hasta Puebla llegaron los efectos de semejante fenómeno, pero aderezados con el lastre del morenovallismo. Y menciono la “tara” porque el gobernador actúa como tal dado que controla todo, hasta, valga la exageración, el proceso digestivo de la dirigencia estatal.
Ante este panorama nada halagüeño para el futuro del PAN en Puebla, es fácil predecir lo que ocurrirá en el próximo año, cuando dé inicio el proceso que habrá de cambiar al Congreso Local y a los 217 ayuntamientos de la entidad. La de las candidaturas será pues una lucha de antología debido a la modalidad del tiempo del mandato en disputa, lapso que prácticamente incluye la elección de dos gobernadores: el de año y meses y el sexenal 2018-2024.
(Por sus implicaciones y repercusiones, los dos procesos de gobernador requieren analizarse por separado)
Lo anterior, o sea las elecciones del 2013, obligará a la dirigencia estatal a solicitar ayuda a su mandatario (no es ironía, que conste) si opta por negociar las alianzas con otros partidos. Esto porque yendo solo el PAN perdería la elección, igual que perdió la presidencial. Y aquí entramos a los terrenos de la especulación, digamos que razonada.
¿Qué partido aceptaría aliarse con Acción Nacional? ¿Cuál de sus aspirantes tendría el visto bueno del gobernador y al mismo tiempo la aceptación del o los partidos aliados? ¿Y qué pasaría si Moreno Valle apoya al candidato del PRI, obviamente a tras mano?
Son tres preguntas que a estas alturas deben responderse a partir de la obviedad política, que es el sello del poder en manos de Rafael Moreno Valle. Veamos:
El Panal podría aceptar la candidatura común con el PAN y el nuevo membrete que se llama Compromiso por Puebla. Tres partidos con un sólo candidato. ¿Quién? El que diga el Señor Gobernador, decisión que, paradójicamente, dependerá del candidato nominado por el PRI. Si es Enrique Doger Guerrero, por ejemplo, se le complicaría la vida electoral al PAN ya que el ex rector tiene muy buena relación con Rafael Moreno Valle. En este caso la única opción del panismo sería Fernando Manzanilla Prieto, cuyo parentesco político con el Señor de las grandes decisiones se combina con su ejercicio del poder, praxis que incluye el acercamiento y buenas relaciones con las dirigencias de todos los partidos.
Otro escenario lo conforman dos mujeres, Amy Camacho y Myriam Arabian. Empero, para desventura del panismo (el ultra y el maleable), sus dirigencias estatal y municipal tendrían que decidirse a contender sin los apoyos extra partidistas; es decir, irse por la libre y sin aliados, sobre todo en el caso de la ex colaboradora de Moreno Valle, hoy flamante delegada del gobierno federal. También se menciona a Patricia Leal en cuyo apellido lleva el estigma, marca que la ubica debajo de las prioridades del gobernador, en este caso Fernando Manzanilla.
¿Y el PRI?
A sus órdenes Señor Gobernador.
Sí, así será a pesar de que el presidente de la República sea Enrique Peña Nieto, un mandatario sui generis debido a que desde antes de rendir su protesta buscará legitimarse empezando por conquistar a los gobernadores de la oposición, Moreno Valle uno de ellos, tal vez el mejor identificado con él si de capacidades ideológicas hablamos.
Y aquí de nuevo aparece Fernando Manzanilla Prieto: de los morenovallistas, el Secretario General de Gobierno es el más cercano al grupo que llegará al poder nacional. Aunque ya se ha dicho creo necesario repetirlo: Luis Videgaray, el próximo hombre fuerte de Los Pinos, fue su compañero en el ITAM y también en Harvard, circunstancias que los unieron en eso que se llama amistad a prueba de distancias partidistas.
Así o más claro.
Twitter: @replicaalex