Por
Alejandro C. Manjarrez
Enrique
Peña Nieto empezó su gobierno con el pie derecho, inicio que me obliga a rememorar
algunos de los antecedentes políticos (buenos y malos) que pudieron haberlo
formado, experiencias que lo llevaron al cargo que ostenta. Antes de ello cito
al diputado constituyente Ignacio Ramos Praslow, quien nos regaló una frase que
debería alertar a los gobernantes que gustan, que abusan de hablar en público:
“Al
calor de la improvisación nacen con extraña fecundidad una sarta de
pendejadas”.
Lo
dijo en su calidad de orador invitado durante los festejos del 50 aniversario
de la Constitución de 1917, conmemoración que se llevó a cabo en la Cámara de
Diputados cuando ésta operaba en el edificio de la calle Donceles, allá en la
ciudad de México.
“El chiste no es orinar sino hacer
espuma”
El
caso es que muchos políticos se han empeñado en comprobar lo fecundo de las
improvisaciones retóricas. La lista es larga, sin embargo, baste mencionar a Vicente
Fox y Felipe Calderón, dos ex presidentes en cuya función destacó su empeño en
improvisar no obstante su responsabilidad republicana. El primero dicharachero
y el segundo también. Las víboras y tepocatas y el haiga sido como haiga sido,
frases que los perseguirán hasta el fin de sus muy cómodos días. Agregue como
colofón, la traición de Fox a su partido y la canción que Calderón dedicó a sus
paisanos.
El coco
Después
del tropiezo de Guadalajara más otros “dislates” registrados por la prensa,
parecía que Enrique Peña Nieto no remontaría la cuesta de esos “errores”
exacerbados en las redes sociales. Empero, la libró gracias al oficio político
que, supongo, aprendió de algunos de sus congéneres, los mismos que a su vez
abrevaron de la tradición política que mantuvo al PRI en el poder. Me refiero a
la concertación como método para desactivar problemas, y desde luego al
discurso político preparado ex profeso para, diría Fox, no regar el tepache.
Recordemos,
pues, a dos de los priistas en los que se concentran el error o falla personal y
la responsabilidad republicana, ambas condiciones digamos que compensatorias.
Adolfo
Ruiz Cortines implantó en México la cultura de la omisión. Como a los presidentes
que le sucedieron, a él también le arrobó la malsana costumbre de ser leal y agradecido
hasta la ignominia con quienes habían sido sus impulsores o cómplices en la
lucha por el poder, actitud que sería loable si esos amigos o mecenas no
hubiesen sido tan corruptos como lo fueron.
A
ése lado oscuro se debe que sus subordinados le endilgaran el mote de “viejo
zorro”. Empero, en este nuestro México de grandes contrastes, sobresalió la
idea de que don Adolfo dio al cargo la dignidad republicana. Esa “buena fama”
se debe a que, contra lo que hicieron otros presidentes, el veracruzano constriñó
su oratoria a los actos donde el primer mandatario de México tenía la
obligación de hablar en nombre de la República. El resto de las intervenciones
se las delegó a sus colaboradores, dependiendo la temática de la reunión. Con
ello y con discursos bien preparados evitó el desgaste que produce la verborrea
política combinada con la improvisación, actitud que permitió a la sociedad
olvidar las omisiones de don Adolfo, hasta considerarlo como un presidente
sensible, serio, adusto, enérgico, honesto e inteligente.
El otro Adolfo
de apellidos López Mateos, paisano del hoy Presidente, fue un caballero con
carisma e inclinaciones sexuales que lo convirtieron en el garañón
presidencial. “¿Qué toca hoy, Humberto? —era la primera pregunta de la mañana a
su secretario particular—: ¿Viajes o viejas?”. Fue tal su afición por las
mujeres, que en la última etapa de aquel gobierno (y de su vida), don Adolfo
casó por la iglesia con una bella educadora con la que tuvo dos hijos. Los que
nos enteramos de la boda fue porque el padre de la hermosa mujer (le decían el
“suegro de la nación”) se justificaba y a la vez presumía de su parentesco
político mostrándole a quien podía la película del enlace religioso entre López
Mateos y su hija. La historia de ese gran romance es como para una novela de
televisión. Todo esto, que conste, pasó desapercibido gracias a que López
Mateos no hizo uso de la improvisación en el discurso presidencial.
Enrique Peña Nieto
Peña
Nieto necesita eliminar todo lo que se parezca a lo malo de ésos y otros
antecedentes digamos que históricos. Tendrá que convencer a la sociedad hoy
mucho más despierta e informada por la inmediatez que permiten las redes
sociales. Está obligado a desvincularse del gobierno que suple. Y también a
cuidarse de las mujeres, y de las complicidades que ocultan los “pecados
burocráticos”, y de los malos deseos que incitan a la venganza contra
periodistas, y hacer hasta lo imposible para que su vida personal y pública no
sirva de argumento a otra telenovela.
Por lo
que escuchamos y vimos en el inicio de su gobierno no es arriesgado afirmar que
adoptó algunas de las reglas de la vieja escuela dándole su toque de renovación
generacional. Preparó bien sus primeras intervenciones (no improvisó). Armó y
coordinó con eficacia de Estado el Pacto por México. Concertó con las fuerzas
políticas del país, incluidas las beligerantes. Dio su lugar a los
protagonistas del cambio que seguramente ocurrirá. No hizo leña del árbol caído
y reconoció lo reconocible de Felipe Calderón. Bajó el perfil a líderes
controvertidos como Elba Esther Gordillo. Por las características de su
gabinete, el gobierno quedó desvinculado de los viejos vicios representados por
los viejos políticos (de costumbre no de edad). Abordó problemas como la corrupción
gubernamental y la prevención del delito. E instauró un proyecto para combatir
la pobreza.
Todo
ello en las primeras 48 horas de su recién inaugurado mandato, propuestas
expresadas o sugeridas en dos discursos a mi juicio muy bien meditados.
Esperemos
pues que el poder casi teocrático no induzca al Presidente de México a sentirse
elegido de los dioses y que con esa condición decida “improvisar” para —sin
proponérselo obvio— incrementar la lista de “dislates” o, incluso,
darle validez y vigencia a lo que dijo Ignacio Ramos Praslow.
Twitter: @replicaalex