El huevo rojo, de Oskar Kokoschka (1886-1980)
No hace falta un gobierno perfecto;
se necesita uno que sea práctico.
Aristóteles
Por
Alejandro C. Manjarrez
Los
simulacros suelen prevenir y ayudarnos a enfrentar con responsabilidad los
desastres naturales. Pero también sirven para hacer tanteos políticos y
electorales con un agregado: se realizan en municipios que por su tamaño y
conformación social representan el comportamiento electoral de alguna región e
incluso hasta de una entidad.
Bajo
ese esquema, en Tehuacán se realizó la elección “piloto” sui géneris autorizada
por el maestro al alumno consentido: léase Melquiades Morales y Rafael Moreno
Valle, respectivamente. Había que meterse a explorar la selva del marketing político. Y la Ciudad de las
Granadas resultó el escenario ideal.
“¿A qué sabrá esa chingadera?”
Nos
platican los cronistas que Tehuacán ingresó a las referencias nacionales cuando
Gustavo Díaz Ordaz —a la sazón en campaña como candidato presidencial— se topó
con un letrero espectacular que decía: “Tehuacán con Díaz Ordaz”. Simpático
(aunque el amable lector no lo crea, el tipo lo fue) y de inteligencia aguda,
don Gustavo preguntó al coordinador electoral: “Oiga, ¿y a qué sabrá esa chingadera?”
No
sobra decir que los votantes de Tehuacán (como todos los poblanos de la época)
manifestaron al candidato presidencial su irrestricto e incondicional apoyo por
tres elementales razones: era poblano, no había oposición de peso y tampoco
existían cacicazgos que se opusieran al hombre cuya fama de duro provenía de su
cargo de secretario general de Gobierno en uno de los mandatos de la época
avilacamachista, cuando empezaba a crecer la que después se convirtió en la más
importante industria avícola de México. En este proceso huevero se insertó
Amador Hernández, el cacique al servicio de Socorrito Romero, la dama que
durante décadas controló la vida económica y política de la región.
Con dinero baila el perro
El
caso es que en Tehuacán —segunda ciudad en importancia económica en el estado—
se ensayó el esquema electoral que habría de orientar al equipo morenovallista.
Para ello eligieron al peor de los candidatos tanto por su falta de carrera
política como por su presencia física y sus pocas luces intelectuales; ah pero
eso sí, con un plus: su solvencia financiera. Una vez registrado el candidato se
puso en acción la estrategia electoral que rompió los diseños tradicionales,
incluida la campaña gráfica que llamó la atención de los electores del municipio.
El PRI
logró remontar las encuestas que no le favorecían (CISO y Mitofsky), hasta recuperar 38 puntos. Esto es: de ir
abajo 14 terminó con 24 arriba del PAN.
Lo interesante es que en aquella contienda funcionó bien el muñeco que
diseñaron los estrategas del PRI de entonces (un colorido y enorme pollo),
peluche que resultó más popular que el propio candidato, además de mayor
tamaño, espléndido colorido y mucho mejor aspecto.
En
esos lejanos días entrevisté a Antonio Peniche García, encargado de la campaña y
a la vez subsecretario de Administración de Moreno Valle. Sucedió cuando Rafael
fungía como secretario de Finanzas y Desarrollo Social. Según dijo Antonio, el
éxito se debió a cuatro factores. Estas fueron sus palabras:
1. Sensibilidad:
“estuvimos cerca del pueblo, lo cual nos permitió hacer que sintieran suya la
campaña”.
2. Trabajo:
“desarrollamos una intensa labor aprovechando todo el tiempo disponible. Nos
entrevistamos con todos y cada uno de los grupos y trabajamos en todos y cada
uno de los rincones del municipio”.
3. Sentido común:
“respetamos y trabajamos de acuerdo con el sentir de la sociedad de Tehuacán”.
4. Orgullo:
“mostramos el emblema del PRI y enfáticamente mencionamos sus
aportaciones sociales y políticas que son detonadores del desarrollo de
México”.
Después
del triunfo en las urnas, el gobierno se olvidó de su candidato y puede ser que
éste haya provocado vergüenza al grupo que lo usó como conejillo de indias.
Todo es posible en la viña del Señor.
Nadie sabe para quién trabaja
Dio
resultado lo que parecía un comic (por lo del pollo), estrategia que probó la
eficacia del marketing llevado al extremo.
Doce
años después surge la paradoja: el PRI revivió al conejillo de indias aquel (o
pollo tricolor) pero ahora con el llamémosle plus que pudo haberle dejado el trabajar
de alcalde con la estructura caciquil en su contra. Eran tiempos sin las redes
sociales que hoy oxigenan la vida comunitaria, ausencia que permitía a los partidos
manipular a sus electores y designar candidatos de muy bajo perfil.
Esta
historia me lleva a preguntar lo que quizás estén preguntándose los ciudadanos
de Tehuacán: ¿Qué vio el PRI en Álvaro Alatriste? ¿Por qué lo recicla?
Esperemos
que no haya sido su liquidez financiera que, supongo (si todavía la conserva),
le daría oportunidad de adquirir lo que se le ocurra, incluso (si acaso se
dejan) hasta el voto o recomendación del o los delegados que tienen la
responsabilidad de escoger y/o recomendar a los candidatos.
En
fin, sea lo que fuere Tehuacán se convertirá en el palenque donde el gallo postulado
por el PRI de Enrique Peña Nieto se enfrentará al pollo o gallina que habrá de
postular el PAN de Rafael Moreno Valle. Lo interesante está en que una vez
concluida la jornada electoral sabremos cuál de las estrategias políticas
resultó ganadora. Lo curioso es que, a pesar de los priistas, en la política
poblana —partidista o no— se nota el sello personal de Rafael Moreno Valle.
@replicaalex