Imagen tomada de http://laorquesta.mx
Por
Alejandro C. Manjarrez
Preguntas
para nutrir el pesimismo… o el optimismo, depende.
¿La
de Enrique Agüera Ibáñez y Tony Gali Fayad, será una contienda civilizada?
¿Seremos
testigos de una lucha ruda, cochina, satánica, mística, lodosa, llena de boñiga?
¿Veremos
un duelo de vencidas entre Enrique Peña Nieto y Rafael Moreno Valle?
¿En
el fuego amigo de ambos bandos, habrá balas de goma o bombas digamos que
inteligentes?
¿Quién
ganará: el que tenga la bendición del “Señor de las Maravillas” o el que goce
de la protección del Cristo de Chalma?
¿Cuál
mano podría ensuciar el proceso, la del “precioso” o la del “hermoso”?
¿Funcionará
la Ley del Péndulo para que persista la alternancia en el municipio de Puebla?
¿En
qué cuarto de guerra leeremos: “es la economía estúpido”, y en cuál: “no es la
economía es la política estúpidos”?
¿La
de Enrique y Tony será una lucha de frases o una lucha de clases?
¿Tendremos
en Puebla un símil de Maduro y una copia de Capriles?
¿Se
validará la sobada expresión: “lo
mejor está por venir”, o resurgirá la osada frase: “anoche tuve un sueño”?
¿La
elección municipal se judicializará?
Mientras pensamos y apostamos por
cuáles serían las respuestas a las interrogantes enunciadas,
veamos los rasgos que destacan en los
perfiles de Agüera y Gali. Tal vez podamos configurar el escenario
electoral que respondería algunas de esas dudas, cuestiones o suspicacias:
Agüera
es un académico con visión.
Gali
es un pragmático exitoso.
Agüera
es estratega natural.
Gali
es producto de una estrategia.
Agüera
es un hombre de equipo.
Gali
es parte del equipo de un hombre.
Agüera
es él y su circunstancia.
Gali
es fruto de la circunstancia.
Agüera
va por todo.
Gali,
todo va por él.
Agüera
busca el consenso de los poblanos.
Gali
consensa la búsqueda de poblanos.
Agüera
conoce la pobreza.
Gali
reconoce la riqueza.
Agüera
es un promotor cultural.
Gali
rinde culto a la promoción.
Agüera
tiene buen olfato para el dinero.
Gali
huele a dinero.
Agüera
se hizo político.
Gali
fue hecho político.
En
este ejercicio digamos que intelectual, si Usted es un redomado optimista tal
vez encuentre algunas pistas para definir su voto o simpatía por cualquiera
de estos candidatos. Pero si es el pesimismo lo atrapó, entonces quizá descubra
o se tope con aquello que puede servir para precisar quién es quién en esta
historia que, me atrevo a suponer, hubiese encantado a Norman Mailer o, en un
descuido, a Mario Puzo.
Concluyo
con el final de mi columna del 19 de marzo pasado (El palenque político de Puebla) rogándole ponga de fondo la
música ranchera que le agrade:
Le
pregunta el novel jugador a uno de los galleros del palenque:
—Oiga,
¿y cuál de los gallos es el bueno?
—El giro,
mi amigo. Ése es el bueno —responde el amarranavajas.
El
apostador mete todo su dinero al giro y nada que su gallo pierde la pelea. Va a
ver al asesor casual y le reclama airado:
—¡Ya ni
la jode usted! ¡Me engañó! ¡Perdió el giro!
—No
amigo, no lo engañé —contestó el increpado—. Usted preguntó cuál era el bueno y
yo le respondí. Si me hubiese preguntado cuál ganaría le habría dicho que el
colorado, que es un gallo jijo de la chingada.
Ahora sí
hagan sus apuestas.
@replicaalex