Por Alejandro C. Manjarrez
Hay lecturas obligadas para los políticos en el
poder. Las entrevistas, por ejemplo. Sobre todo las que conceden los rivales en
cuya mano está el control electoral de su partido. Si sus “enemigos” las
analizaran podrían darse cuenta por dónde masca la iguana y, en consecuencia,
tomar sus providencias para, valga la figura, medirle el agua a los camotes.
Leo en el periódico Milenio una de esas interviú, en este caso más que reveladora. Me
refiero al “encuentro semántico-intelectual” entre el periodista Fernando del
Collado y el político César Octavio Camacho Quiroz. El primero punzante y
cabrón. Y el segundo avispado y rezongón.
Bien el entrevistador.
Excelente el entrevistado.
Al decir “lecturas obligadas para los políticos en
el poder”, me refiero a los gobernantes comprometidos con su partido (o con las
alianzas) para dar buenas cuentas electorales. Rafael Moreno Valle, por citar a
uno de ellos. Javier Duarte de Ochoa, por contrastar con otro personaje. El
primero panista y el segundo priista. Rafael enemigo natural del PRI. Y Javier
aliado incómodo de su propio partido.
Cito a los mandatarios de Puebla y Veracruz porque ambos
encajan en las opiniones que vertió Camacho. Sin haberlo mencionado, el poblano
como uno de los ex priistas y gobernadores a los que se enfrentará el PRI. Y
Duarte de Ochoa como el priista que en un descuido podría propiciar que sus
correligionarios se agarren del moco, siempre y cuando los ex priistas
veracruzanos hagan un trabajo parecido al que hizo el infiltrado a la reunión
grabada y difundida hasta el hartazgo: la del combate contra el hambre (¿de
poder?).
En fin.
Las siguientes preguntas y respuestas caen en el
ámbito de cada uno de los Ejecutivos mencionados. Así que transcribo lo que
según yo debería interesarles.
Para el poblano:
“¿Cómo somos los mexicanos?”,
pregunta Collado
“Entrones, exigentes, unidos. Nos
gusta que las cosas se hagan pronto”, responde Camacho.
“¿Sumisos?”, lanza el entrevistador.
“No. Yo creo que no”, se defiende el
entrevistado.
“¿Tontos?”, cuestiona el de Tragaluz
“¡Menos!”, revira el presidente
nacional del PRI.
“¿Priistas?”, pica Fernando.
“Algunos, la mayoría”, amenaza
César.
“A propósito, ¿ya amarraron
carro completo para este 7 de julio?”, trampea el periodista.
“El carro completo ya no existe. Lo
que sí queremos es ganar todo lo que más podamos”, define el dirigente.
“¿Con estructuras paralelas
electorales?”, reta
Collado.
“No se necesitan ningunas
estructuras paralelas. Las nuestras son muy buenas y muy robustas”, presume
Camacho.
Por aquello de las dudas aclaro:
Lo que podría encajar en el ánimo
del mandatario de Puebla, es aquello que establece (o promete) que los priistas
son unidos, entrones, exigentes; que llegaron al poder para defenderlo y luchar
en serio contra sus adversarios políticos; que quieren ganar el mayor número de
posiciones electorales; y que no usarán ni permitirán que operen las
estructuras paralelas en su contra. Más adelante le comento lo que parece un
dardo dirigido al mismísimo pecho del representante del poder Ejecutivo
poblano.
Antes la dedicatoria para el
veracruzano:
“¿Miente el PAN?”, dispara el entrevistador.
“El PAN está obligado a comprobar
jurídicamente lo que está afirmando”, argumenta el de Atlacomulco.
“Por cierto, ¿qué le está
pasando a Javier Duarte?”, muerde Fernando.
“Es un político combativo, enérgico
y es veracruzano. Para los veracruzanos un veracruzano”, sentencia el astuto
César Octavio.
“¿Amenazador?”, espolea el domador de sus
entrevistados.
“No. En la política no caben las
amenazas”, repara el priista.
“¿Se sentirán impunes?”, ataca Collado.
“No. En este país, con Enrique Peña
como presidente, nadie puede sentirse impune”, responde Camacho en su calidad
de general peñista.
El dardo
En otro de los segmentos de la
entrevista me topo con la pregunta y la respuesta que resultan reveladoras si
las ubicamos en la esfera de quienes forman parte de la, permítaseme la
expresión, burbuja peñanietista. Vea usted:
“Nos puede adelantar, ¿quién
traicionó a La Maestra?”, aprieta el periodista.
“Si alguien traicionó a La
Maestra, fue La Maestra”, tuerce el líder del PRI.
“¿Ya no es su amiga?”, ironiza Fernando.
“Nunca fue mi amiga. Mi estatus
afectivo no ha cambiado”, se defiende Camacho.
Hasta aquí las citas de la primera
parte de la entrevista.
Las entrelíneas de este fragmento de
la entrevista muestran que tanto Peña Nieto como su equipo están dispuestos a valerse
de cualquier circunstancia política o jurídica para cobrar afrentas, como las de
Elba Esther. Por ella, por su traición, en el 2006, no sólo les fue imposible
recuperar la presidencia de la República, sino que el PRI cayó al tercer lugar,
lo mismo que acaba de pasarle al PAN.
Ahí está el dardo: quienes
traicionan al PRI se traicionan a sí mismos.
Esperemos la publicación de la
segunda parte que desde luego analizaremos.
@replicaalex