domingo, 21 de abril de 2013

Los dardos de César Camacho



Por Alejandro C. Manjarrez
Hay lecturas obligadas para los políticos en el poder. Las entrevistas, por ejemplo. Sobre todo las que conceden los rivales en cuya mano está el control electoral de su partido. Si sus “enemigos” las analizaran podrían darse cuenta por dónde masca la iguana y, en consecuencia, tomar sus providencias para, valga la figura, medirle el agua a los camotes.
Leo en el periódico Milenio una de esas interviú, en este caso más que reveladora. Me refiero al “encuentro semántico-intelectual” entre el periodista Fernando del Collado y el político César Octavio Camacho Quiroz. El primero punzante y cabrón. Y el segundo avispado y rezongón.
Bien el entrevistador.
Excelente el entrevistado.
Al decir “lecturas obligadas para los políticos en el poder”, me refiero a los gobernantes comprometidos con su partido (o con las alianzas) para dar buenas cuentas electorales. Rafael Moreno Valle, por citar a uno de ellos. Javier Duarte de Ochoa, por contrastar con otro personaje. El primero panista y el segundo priista. Rafael enemigo natural del PRI. Y Javier aliado incómodo de su propio partido.
Cito a los mandatarios de Puebla y Veracruz porque ambos encajan en las opiniones que vertió Camacho. Sin haberlo mencionado, el poblano como uno de los ex priistas y gobernadores a los que se enfrentará el PRI. Y Duarte de Ochoa como el priista que en un descuido podría propiciar que sus correligionarios se agarren del moco, siempre y cuando los ex priistas veracruzanos hagan un trabajo parecido al que hizo el infiltrado a la reunión grabada y difundida hasta el hartazgo: la del combate contra el hambre (¿de poder?).
En fin.
Las siguientes preguntas y respuestas caen en el ámbito de cada uno de los Ejecutivos mencionados. Así que transcribo lo que según yo debería interesarles.
Para el poblano:
“¿Cómo somos los mexicanos?”, pregunta Collado
“Entrones, exigentes, unidos. Nos gusta que las cosas se hagan pronto”, responde Camacho.
“¿Sumisos?”, lanza el entrevistador.
“No. Yo creo que no”, se defiende el entrevistado.
“¿Tontos?”, cuestiona el de Tragaluz
“¡Menos!”, revira el presidente nacional del PRI.
“¿Priistas?”, pica Fernando.
“Algunos, la mayoría”, amenaza César.
“A propósito, ¿ya amarraron carro completo para este 7 de julio?”, trampea el periodista.
“El carro completo ya no existe. Lo que sí queremos es ganar todo lo que más podamos”, define el dirigente.
“¿Con estructuras paralelas electorales?”, reta Collado.
“No se necesitan ningunas estructuras paralelas. Las nuestras son muy buenas y muy robustas”, presume Camacho.
Por aquello de las dudas aclaro:
Lo que podría encajar en el ánimo del mandatario de Puebla, es aquello que establece (o promete) que los priistas son unidos, entrones, exigentes; que llegaron al poder para defenderlo y luchar en serio contra sus adversarios políticos; que quieren ganar el mayor número de posiciones electorales; y que no usarán ni permitirán que operen las estructuras paralelas en su contra. Más adelante le comento lo que parece un dardo dirigido al mismísimo pecho del representante del poder Ejecutivo poblano.
Antes la dedicatoria para el veracruzano:
“¿Miente el PAN?”, dispara el entrevistador.
“El PAN está obligado a comprobar jurídicamente lo que está afirmando”, argumenta el de Atlacomulco.
“Por cierto, ¿qué le está pasando a Javier Duarte?”, muerde Fernando.
“Es un político combativo, enérgico y es veracruzano. Para los veracruzanos un veracruzano”, sentencia el astuto César Octavio.
“¿Amenazador?”, espolea el domador de sus entrevistados.
“No. En la política no caben las amenazas”, repara el priista.
“¿Se sentirán impunes?”, ataca Collado.
“No. En este país, con Enrique Peña como presidente, nadie puede sentirse impune”, responde Camacho en su calidad de general peñista.
El dardo
En otro de los segmentos de la entrevista me topo con la pregunta y la respuesta que resultan reveladoras si las ubicamos en la esfera de quienes forman parte de la, permítaseme la expresión, burbuja peñanietista. Vea usted:
“Nos puede adelantar, ¿quién traicionó a La Maestra?”, aprieta el periodista.
“Si alguien traicionó a La Maestra, fue La Maestra”, tuerce el líder del PRI.
“¿Ya no es su amiga?”, ironiza Fernando.
“Nunca fue mi amiga. Mi estatus afectivo no ha cambiado”, se defiende Camacho.
Hasta aquí las citas de la primera parte de la entrevista.
Las entrelíneas de este fragmento de la entrevista muestran que tanto Peña Nieto como su equipo están dispuestos a valerse de cualquier circunstancia política o jurídica para cobrar afrentas, como las de Elba Esther. Por ella, por su traición, en el 2006, no sólo les fue imposible recuperar la presidencia de la República, sino que el PRI cayó al tercer lugar, lo mismo que acaba de pasarle al PAN.
Ahí está el dardo: quienes traicionan al PRI se traicionan a sí mismos.
Esperemos la publicación de la segunda parte que desde luego analizaremos.
@replicaalex