Por Alejandro C.
Manjarrez
¿Hay alguna diferencia entre
el PRI de antaño con el multipartidismo morenovallista?
No. Aquel fue un organismo controlado por el poder gubernamental. Y éstos (PAN, Compromiso por Puebla, Panal, PRD y Movimiento Ciudadano) actúan y se mueven de acuerdo con los hilos de la cruceta manejada por el mandatario poblano (conste que no dije titiritero).
El viejo PRI transitó por los
floridos caminos de la complacencia gubernamental. Y ahora los nuevos partidos
flotan y navegan en las aguas cuyo manantial nace en el cerro de Los Fuertes,
para ser preciso dentro del bunker morenovallista.
Uso la memoria y la
imaginación para relatar dos de las anécdotas que forman el cuadro variopinto
que acaba usted de leer. Una real y la otra imaginada (adelante explico la
razón de la llamémosle “fantasía”).
Primero la del PRI estatal, hecho ocurrido durante la
segunda mitad del siglo pasado:
—Don Sacramento Jofre: tengo
instrucciones de convencerlo para que usted sea el suplente de Esteban Rangel
Alvarado, candidato del señor Presidente —dijo el delegado nacional del CEN del PRI.
— ¡No
señor Delegado! —Respondió el líder agrarista con el gesto de la molestia tatuado
en el rostro—. Nunca seré suplendejo de
nadie. Me opongo a dejar este mundo con el morrillo ése que se forma cuando se
vive con la cerviz inclinada.
—Es que el Presidente tiene
especial interés en…
— ¡Pues dígale que no acepto,
chingao! —Interrumpió Jofre ya medio molesto.
—Entonces deme una solución;
¿a quién nombramos suplente? —condescendió el delegado.
Don Sacramento lo pensó cinco
segundos y encontró la brillante solución: — ¡Ya sé! Que sea Pachequito, mi
chofer…
—De acuerdo don Sacramento
—dijo el enviado del PRI—.
Entonces dígale que cuanto antes me traiga sus documentos, los que tenga. Si
falta algo nosotros lo resolvemos.
El candidato Rangel Alvarado
hizo su campaña y de vez en cuando lo acompañó el chofer de Jofre. A los pocos
días de haber protestado como diputado federal, Esteban, amigo y paisano de
Díaz Ordaz, falleció y Pachequito ocupó el curul para hacer que esa etapa de su
vida legislativa (eufemismo necesario) quedara plasmada en las fotos del álbum
que durante el resto de su existencia mostró con el orgullo y la satisfacción
que le produjo aparecer retratado junto al Presidente de la República.
Ahora paso a relatar mi invento
basado en la actitud de Fernando Manzanilla quien, como el lector sabe, se negó
a protestar como diputado local:
— ¿Ya te enteraste de la
decisión de tu cuñado?
—Sí, cabrón —respondió el
Jefe máximo de las instituciones camoteras.
—Hay que desactivar la bomba —sugirió
el manejador de su imagen.
—Te escucho —soltó seco el
elevado interlocutor.
—Quitémosle fuerza publicitando
el mal de su esposa…
— ¡Es mi hermana, no jodas!
—Pero no tiene nada de malo.
Al contrario, te hará ver solidario y comprensivo.
El ambiente palaciego se
llenó con el resuello del poderoso político. Segundos después se escuchó la voz
procedente del diafragma Ejecutivo.
—Prepáralo. Usa los medios
afines —fue la orden contundente.
—Una entrevista, ¿te parece? —sugirió
el cómplice eterno.
— ¡Va!
Y fue.
Ocurrió lo que ya
sabemos: se bajó el tono de la noticia que había impactado a los hombres del
gobernador, incluido éste desde luego. Empero, surgió otro pequeño problema: ¿cómo
diablos llenar el espacio que dejó Fernando?
Vuelvo a conjeturar basándome
en que el mío es un ejercicio válido mientras que la Gran Muralla sólo esté
abierta para los afines al mandarín.
—Contralor: te vas de
diputado. No hay de otra mientras encontramos la forma para que sigas operando
los temas oficiales. Eres el suplente, ¿o no? —esta última frase arrancó la
cautivadora sonrisa del mandatario.
—Lo que tú mandes. ¿Y el
líder, cuál será mi relación con él?
—El líder soy yo. ¿Ya se te
olvidó?
—No Señor, claro que no. Lo
menciono porque la prensa nos va a joder.
—Pues diles que serás otro
diputado más, hombre. Así de sencillo. Ponte el chip. Jorgito ya sabe lo que
debe decir y cómo decirlo. Así que no te preocupes…
—Pero hay temas pendientes…
—Síguelos. Nada más sé
discreto como siempre lo has sido. Regresarás a mi lado cuando se acomoden las
calabazas, como dice tu padrino Melquiades.
Fin de la suposición.
¿Hay alguna diferencia entre
el viejo PRI y la modernidad que rodea al gobernante del estado?
No.
Aunque son del mismo molde,
la diferencia notable en Puebla, es que el Gobernador está afiliado a un
partido distinto al del Presidente de México, un hombre obligado a legitimar al
“nuevo PRI” convirtiéndolo en la alternativa para la gran mayoría de ciudadanos
que repudian la manipulación del poder.
¡Vaya compromiso para aquel
que releve en la presidencia del PRI estatal a Pablo Fernández del Campo! De
ello escribiré en la próxima columna.
@replicaalex