jueves, 17 de noviembre de 2011

Moreno Valle y su poder de seducción


Por Alejandro C. Manjarrez
Quitándole el lastre que significa la animadversión hacia la prensa escrita, actitud que parece ser su eventualidad sexenal, habrá que reconocer las capacidades políticas y administrativas de Rafael Moreno Valle Rosas.
Aclaro y enseguida expongo:
Con el ánimo de evitar que se me confunda con alguno de sus entusiastas panegiristas, antes sus brutales críticos, sólo citaré dos de las acciones morenovallistas, mismas que podrían avalar los comentarios que a continuación expreso:
1. Convenció a los diputados del PRI para que en San Lázaro pelearan con sus pares la asignación a Puebla de lo que resultó ser el mayor presupuesto en la historia de esta entidad: más de 57 mil millones de pesos. Y
2. Preparó el terreno político con la intención de librar los escollos que pudieran impedirle alcanzar los ambiciosos objetivos que forman parte de su proyecto de largo aliento. Uno de esos obstáculos es la presencia de la oposición que prefirió negociar en vez de pelear –como sería su obligación ética y estatutaria– por los espacios de representación social.
Como verá el lector, no hay duda sobre los talentos que Rafael ha exhibido en el quehacer público local y nacional, capacidad que por cierto contiene altas dosis de gobernanza. Ahora tratemos de dilucidar el otro aspecto, quizás el más complejo dado que obliga a unir algunos cabos sueltos para con ellos “amarrar” la siguiente conclusión del columnista:
A través de las próximas diputaciones y senadurías, el PRI, el Panal y el PVEM consolidarán lo que seguramente ha sido una intensa y larga negociación destinada a controlar la política poblana, espacio en el cual podríamos insertar a la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla. Puntualizo:
Primero “conquistó” a Juan Carlos Natale, dirigente estatal del Verde Ecologista, cuyo proyecto político giraba en torno al entonces candidato Javier López Zavala. Después trabajó la designación del líder poblano del Partido Nueva Alianza, cargo que recayó en Gerardo Islas Maldonado, quien durante la campaña morenovallista estuvo al frente de las relaciones públicas. En el ínterin manejó el poder para conciliar con algunos dirigentes del PRI en la entidad, ciudadanos cuyo paso por la administración marinista produjo ciertos datos contables difíciles de cuadrar, como dicen los auditores. Y lo más importante dada su trascendencia social: amalgamó los intereses y programas del gobierno con los planes de desarrollo de la BUAP y su rector Enrique Agüera Ibáñez.
Una vez consolidados estos puntos mediante la firma de la alianza de los partidos mencionados, lo que sigue es menos complejo debido a que el próximo proceso electoral federal no tendrá las dificultades que produce la atomización partidista para, en consecuencia, permitirle conservar el control político, casi íntegro. Por un lado colaboran a esta causa el PRI y sus aliados. Y por otra parte, sin proponérselo claro, el terreno en cuestión será abonado por la falta de representatividad del PRD. Dicho con otras palabras: las huestes tricolores apoyadas por los maestros, principalmente, enfrentarán a una izquierda que, como hemos visto, se encuentra resquebrajada pero en este caso con la posibilidad de usar la “prótesis” que representaría la participación de Andrés Manuel López Obrador.
¿Y el PAN?, preguntará el lector.
Según parece, los candidatos del blanquiazul tendrán que rascarse con sus propias uñas ya que no recibirán el calor político del mandatario que, paradójicamente, lo fue gracias a esas siglas. Los veo metidos en una lucha contra la oposición y sin el apoyo del gobernante que es su líder moral. Incluso topándose contra el muro invisible que forma la indiferencia que, le apuesto, será nutrida con una incontrovertible pero exacerbada legalidad.
A todo lo anterior habría que adicionar lo que –se dice en los corrillos políticos– serán las fórmulas que participarán en la elección del 2012, todas ellas apoyadas por las estructura electoral del PRI, Panal y PVEM. Súmele probables sufragios y estos aliados obtendrían más o menos la misma votación con la que ganó Rafael Moreno Valle, números que dejarían al PAN con su voto duro o tradicional, o sea, en el segundo plano. Verbigracia: Zavala y Agüera (PRI y Panal) resultarían prácticamente invencibles. Y a esto agregue el lector lo que mediática y electoralmente representará Enrique Peña Nieto, el priista que hasta ayer contaba con el apoyo de Elba Esther Gordillo, la líder magisterial que hizo presidente a Felipe Calderón y gobernador a Rafael Moreno Valle.
Ahí tiene usted un trazo del trabajo político que ha realizado el mandatario de Puebla, labor que incluye lo descrito y otras acciones más que después le platico. Mientras me inspiro, sirvan estas líneas para ratificar lo dicho en otras entregas: Moreno Valle ha usado su poder de seducción para convencer a tirios y troyanos. Y también a la llamémosle inteligencia académica.
Twitter: @replicaalex

martes, 15 de noviembre de 2011

La muerte viaja en helicóptero



Por Alejandro C. Manjarrez
Si sabe de alguien que haya salido ileso de un accidente de helicóptero, considérelo uno de los suertudos. Esto porque la estadística establece que sólo 15 de cada 100 han sobrevivido, muchos de ellos con heridas graves.
El lado blanco del registro de marras se vivió en Puebla cuando salvaron la vida Melquiades Morales Flores, Mario Alberto Mejía, Amado Camarillo, José Yitani Maccise, Miguel Reyes Razo, Sergio Ayón Rodríguez, Moisés Carrasco Malpica, Felipe Flores Núñez, Carlos Ramírez Cardoso, Luis Gerardo Inman, Rogelio Calzada, Salvador Flores y Saúl Plascencia. Su helicóptero se incendió pero a ellos no les pasó nada.
Como casi nadie puede contar la sensación que producen los helicóptero en colisión, he rescatado de mi archivo lo que me dijeron algunos de esos trece suertudos a quienes entrevisté poco después del percance, experiencia que viene a cuento por el lamentable accidente de Francisco Blake Mora y sus siete acompañantes.
Mejía dijo que percibió el olor de la adrenalina que emana del cuerpo en los momentos de peligro, secreción que en ese instante paralizó el sistema nervioso de los pasajeros. Comentó que ya supo a qué huele la muerte y que su sentido periodístico lo puso atento a todas y cada una de las reacciones de sus compañeros de vuelo y caída. “Quedé impresionado del accidente y en especial de la serenidad del gobernador”, me contó tres horas después de aquel percance.
A Miguel Reyes Razo se le manifestaron los rostros y la dulce mirada de su madre, hijos y nietos. Cuando vio la bola de fuego reflexionó largamente sobre el valor de la vida. “Dios, Dios, Dios”, musitó. Y la magia de la mente más la fuerza espiritual lo mantuvo firme. “¡Salta tú primero gobernador!”, le gritó a su amigo Melquiades. Tomó su libreta de apuntes, la bitácora de su vida profesional. Y siguió al mandatario. Ya en tierra firme pidió sus lentes que habían quedado tirados en el interior del helicóptero. La nave estaba a punto de incendiarse y explotar pero él tenía que escribir su nota.
“Que se haga lo que tú digas, Señor”, rezó Pepe Yitani en el momento en que sintió el golpe del choque, instante que, según sus propias palabras, le pareció eterno. “La fe me movió. Sentí que allí estaba la mano de Dios librándonos del peligro. Llamé a mi familia para informarles que todo estaba bien. No quería que se asustaran cuando las noticias dieran a conocer el percance. El gobernador y sus colaboradores se portaron de maravilla. Melquiades estaba muy preocupado por nosotros. Me dijo que sentía mucho lo ocurrido ya que él nos había invitado. No te preocupes, le respondí, Tú no tienes la culpa. Fue un accidente.”
Carlos Ramírez Cardoso dijo que pudo haber fotografiado a Dios. “Lo sentí. Mi alma lo tuvo cerca, muy cerca. Pensé en que hay que ser mejores”. Reconoció que lo único que le dio miedo fue la posibilidad de dejar su vida inconclusa y estar a punto de conocer la oscuridad. “Son jalones de oreja —reflexionó—. Con menos, varios ya se hubieran muerto. Sin embargo, el accidente me permitió confirmar que existe el más allá. Fue muy difícil, algo muy cabrón. Vi el madrazo total, de frente, atrás del gobernador. Si tú quieres ver a Dios vestido de casualidad, vístelo así. No fue un golpe material sino emocional…”
“Mientras nos organizábamos para salir de la nave, se me ocurrió mirar la pared donde se había atorado el helicóptero confesó Moisés Carrasco Malpica, dirigente estatal de PRI—. El susto de mis compañeros y el mío se confundió en una sola voz, quizá silenciosa o tal vez estridente, no lo recuerdo con precisión. El pensamiento era el mismo: por un milagro habíamos salvado la vida. Cuando Melquiades pudo controlar la situación, descubrí que se podía salir del helicóptero sin mayor problema. Esto porque la obra en construcción tenía una escalera. Quise avisarles pero no me hicieron caso porque estaban desesperados por brincar al suelo que se encontraba a poco menos de tres metros de altura. Logramos dejar el aparato y alejarnos gracias a la adrenalina que ante el peligro agiliza las reacciones y da vigor a los movimientos del cuerpo. Ya a salvo, miré a mis amigos y me impresionó la palidez de sus rostros que, supuse, era la misma que reflejaba mi cara. Sentí que una fuerza superior nos había salvado de morir, sensación que aumentó cuando las llamas consumieron el aparato y se produjo un extraño olor a combustible revuelto con polvo”.
El más asustado fue Melquiades porque, además de que estuvo a punto de morir, la tragedia pudo haber dejado sin padre y esposo a trece familias. Pero no obstante el terror que vivió, a los pocos días volvió a usar el helicóptero aunque, supongo, el siniestro sufrido lo haya espantado tanto que los malos presentimientos nunca dejaron de oprimirle el pecho.
Ya lo dije pero es importante recordarlo: según datos sobre accidentes de helicóptero, el 92 por ciento se debe a errores de pilotaje y el resto a fallas mecánicas, pormenores que en ese momento ignoraban los pasajeros de la nave accidentada. Cuando lo supieron deben haber pensado en lo mismo que caviló Reyes Razo: en los rostros y la dulce mirada de sus madres, esposas e hijos.
¿El trece será el número de la suerte?
Twitter: @replicaalex

domingo, 13 de noviembre de 2011

¡Aguas Rafa!


Por Alejandro C. Manjarrez
De acuerdo con lo que algunos llaman ley de probabilidades, en Puebla puede ocurrir uno de los tristes y espectaculares accidentes aéreos. Existe tal posibilidad si partimos de los antecedentes que enseguida le comparto, datos que inciden en las estadísticas que han ubicado a México como el espacio aéreo que en ese tipo de accidentes supera en tres veces la media internacional.
Una máquina Augusta fue el primer helicóptero que cayó en Puebla. Ocurrió durante el gobierno de Alfredo Toxqui quien se salvó de morir gracias a que poco antes del percance se había bajado en un pueblito. El aparato volvió a elevarse y minutos después se accidentó: los pilotos fallecieron. La empresa aseguradora pagó la póliza cuando Guillermo Jiménez Morales llegó al gobierno. Éste utilizó el dinero del seguro para comprar el “ratón loco” dándole a Puebla su pequeña montaña rusa que divirtió a los niños y adultos de aquella época, “juego” que Mariano Piña Olaya vendió a Reino Aventura, antecedente de Six Flags.
Piña Olaya se abstuvo de usar el helicóptero. Les tenía miedo y por ello casi nunca los utilizó. E incluso alguna vez se disculpó con el presidente cuando éste lo invitó a viajar en uno de los Puma; dijo que se sentía indispuesto.
Durante el gobierno de Manuel Bartlett el helicóptero se hizo necesario para darle tres vueltas a cada uno de los 217 municipios de la entidad (de pisa y corre, claro). En aquel mandato reapareció la tragedia después del percance en Izúcar de Matamoros (las pedradas y caída del helicóptero): según el peritaje, se soltó la hélice y ésta cercenó los cuerpos de los pilotos y del coordinador de giras de Bartlett. Todo ello a minutos de que el gobernador se había quedado en algún pueblo de la Sierra Norte.
Melquiades Morales Flores también tuvo suerte ya que él y sus invitados salvaron la vida de milagro*. E igual fue un Bell 412 el accidentado. Antes de este evento hubo varios avisos, todos originados por la impericia o irresponsabilidad del suertudo piloto que los protagonizó, por ejemplo: al salir del helipuerto del estadio Cuauhtémoc, el “capitán” de la nave despegó en contra de las reglas y la norma; es decir, se elevó en dirección a los tanques de Pemex, operación que lo obligó a “castigar” los motores para elevarse y poder librar la refinería de la paraestatal. En la maniobra se “torció” la flecha de la hélice principal. No obstante ello y la consecuente vibración que produjo el daño, Melquiades siguió el viaje para llegar de milagro al helipuerto del hotel Aristos en la ciudad de México, donde, como si se tratase de una película de terror, el mismo capitán estuvo a punto de estrellarse con uno de los edificios cercanos al helipuerto. Lo curioso es que el importante pasajero nunca se dio cuenta de nada (no tenía por qué debido a que era ajeno a ese tipo de maniobras). Sólo se asustó por estar en las manos (o patas) de un piloto que por primera vez operaba el Bell 412. En otra de las aventuras del mismo piloto, doña Socorro aterrizó en casa Puebla, justo en el momento en que se acabó el combustible del aparato: un minuto más de vuelo y la historia habría sido distinta.
En el gobierno de Marín ocurrió el lamentable accidente donde fallecieron las esposas de varios empresarios poblanos, incluida la cónyuge de Mario Montero, a la sazón secretario de Gobernación. Igual fue un Bell 412 el aparato accidentado.
Como dato curioso debo destacar el hecho de que las naves siniestradas cumplían los requisitos de aeronavegabilidad. Empero, sus percances se debieron a fallas mecánicas propiciadas, quizás, por el ahorro en su mantenimiento, acción “decretada” por quienes manejaban el dinero, en unos casos para reducir el gasto corriente y en otros con la corrupta intención de darle tarascadas al presupuesto.
Exceso de confianza
Con Toxqui los pilotos se estrenaron en el manejo del helicóptero italiano. Con Bartlett ocurrió lo mismo ya que el gobernador había solicitado al secretario de la Defensa Nacional que le comisionara la tripulación, solicitud que le fue concedida enviándole a dos tenientes que nunca habían volado el Bell 412, razón por la cual éstos omitieron la necesidad de someter el aparato a la revisión de las 15 horas, después del overholl mayor que le acaban de hacer (el accidente sucedió a las 16 horas de aquella reparación).
Como verá el lector, los gobernadores mencionados se salvaron de morir gracias a su buena estrella, ventura ahora en tela de duda, precisamente por la teoría de la probabilidad.
De ahí el ¡aguas Rafa!
Dice una de las leyes de Murphy: “Los helicópteros no pueden volar. Son tan feos que la tierra los rechaza.”
*Pronto la aventura aérea de dos periodistas, un empresario y varios colaboradores de Melquiades Morales Flores, hasta hoy el político más suertudo del quehacer público nacional.

Twitter: @replicaalex


viernes, 11 de noviembre de 2011

Algo sobre periodismo


Dada la confusión que suelen surgir de referencias orales, a veces tergiversadas por escuchas poco informados, comparto con ustedes y esos desinformados, otra de las historias del libro en proceso de publicarse intitulado: Confidencias del poder. Aparte del episodio periodístico creo que revelador, comento una experiencia sobre lo que en esa época significaba ejercer el oficio sin el lastre que forman las complicidades entre prensa y poder. Lo curioso es que las cosas siguen igual, tan igual como antes.

El golpe internacional
El tiempo trascurrió entre bromas y promesas de buenos amigos. Tres parejas departían en casa del columnista de Excélsior, Guillermo Cantón Zetina: Regino Díaz Redondo y su cónyuge, y el relator de este pasaje acompañado de su esposa.
—Ya no escribiste, compadre —dijo Regino a Cantón—. Voy a llamar al periódico para que la columna la haga Aranda.
Díaz Redondo tomó el teléfono e hizo la llamada. Fue parco con la orden. Colgó el auricular y se dirigió a su automóvil en busca de la tarjeta de alguien que le había ofrecido auténtico bacalao noruego que, dijo, compraría para regalárnoslo (se acercaba la Navidad). Al llegar al vehículo el chofer le informó: “Jefe, le acaba de llamar el secretario de Gobernación. Dice que es urgente que se reporte a este teléfono (le dio un papel con el número). En este momento iba yo a entrar para avisarle.”
Don Regino ya no escuchó la conclusión de la frase y regresó a la casa como alma que lleva el diablo:
—Voy a ocupar tu teléfono otra vez, compadre —dijo e hizo la llamada que se había propuesto—. ¿Para qué soy bueno, Manuelito? ¿Sí? En este momento doy la instrucción, para eso son los amigos.
La casa estaba en silencio. Nadie se atrevió a hablar, ni siquiera en voz baja. El poderoso director de Excélsior marcó el teléfono y le respondió Cervantes, el jefe de redacción.
—Me acaba de llamar Manolo, nuestro amigo Secretario. Me pidió minimizar la declaración de Fidel Velázquez. Así que métela a interiores donde no se note; que se pierda. Bueno, mejor dile a Aranda que la medio mencione en Frentes Políticos.
Al terminar su llamada el director se integró a la conversación que había quedado trunca: —Perdónenme pero ya saben cómo se las gasta don Fidel. Bartlett me pedió lo que acaban ustedes de oír.
Bebió la copa de champaña de un sorbo y mirándome con la desconfianza de nuestra reciente presentación, agregó apoyando el brazo en la pierna de Guillermo Cantón:
—De vez en cuando hay que colaborar con el gobierno, sobre todo con Manuel, nuestro amigo. ¿Verdad compadre? (Cantón asintió). Bartlett nos preparó a los disidentes de la cooperativa y por ello fuimos ratificados. La asamblea estuvo tranquila y la votación fue a nuestro favor, que digo a nuestro favor: avasalladora.

La graciosa huida
Poco antes de la cuatro de la mañana me despedí del director y del columnista de Excélsior: —Tenemos que viajar a Puebla —argumenté—, así que nos disculpan.
—¡Ah!, ahora entiendo por qué no bebiste —dijo festivo don Regino. Y con una carcajada remató—. Yo pensé que le tenías miedo a tu esposa.
Reímos e inicié el protocolo de despedida.
—Antes de que te vayas le hablaré al gobernador de Puebla para enterarlo de que a partir de mañana tú eres el representante del periódico en su estado. Y además mi representante personal.
—Gracias por la deferencia —le respondí sorprendido.
—A ver compadre, comunícate con tu tocayo…
—Es de madrugada jefe —justificó Cantón.
—Bueno, esperamos dos horas y le llamas para que le dé la noticia. Ustedes váyanse con cuidado —nos recomendó—. Cuide a su marido, Manola, que no se le duerma en la carretera…
Salimos de la casa acongojados por la hora. Supuse que la llamada al gobernador de Puebla era, más que un buen deseo, una balandronada del entonces poderoso director.
Horas después, como a las nueve de la mañana, me llamaron de parte de Guillermo Jiménez Morales: “Lo espera el Gobernador a la once de la mañana” —me dijo una de las secretarias. Y a las once llegué con la curiosidad a cuestas. “¿Le habrá llamado Regino? ¿Es una coincidencia?”, me preguntaba.
—Alejandro, te felicito. ¡Ya estás en las grandes ligas, en un medio de circulación nacional! —Exclamó el mandatario al recibirme—. Hoy en la madrugada me llamó el director de Excélsior para darme la buena nueva. Ya sabes que soy tu amigo y lo que se te ofrezca…

De buena fe
No volví a ver al director del periódico ni tampoco al Gobernador hasta que un día escribí sobre el “conflicto internacional” que provocó el gobierno poblano. Sin saber que se trataba de una visita secreta al presidente Miguel de la Madrid, uno de los colaboradores de Jiménez Morales me informó que Daniel Ortega llegaría a Puebla después de entrevistarse con el presidente de México. La publicación propició que el secretario de Gobernación le jalara las orejas a Guillermo. Según uno de sus asesores, tal llamada tuvo el siguiente prólogo:
Señor Gobernador —expresó su secretario particular después de darle la buena nueva—. Como no pude hacer contacto con usted (Jiménez andaba de gira en la Sierra Norte y no existían los teléfonos celulares), me permití preparar la visita de Daniel Ortega.
—¿De quién? ¿Del presidente de Nicaragua?
—Del mismo, Señor.
— Ajá. Muy bien. ¿Con quién hablaste?
—Primero con el rector de la Universidad ya que Ortega recibirá el doctorado honoris causa. Después llamé al encargado del protocolo de la Secretaría de Relaciones Exteriores para preguntar cómo y qué hacer cuando un jefe de Estado nos visita. (“Muy bien”, musitó Guillermo). De su parte di la orden de que la policía judicial y la del estado se coordinaran para brindar seguridad al Comandante.
—¿Hablaste con la Secretaría de Gobernación?
—No señor, como es un trámite de política de Estado me permití dejárselo a usted.
—Bien… —complacido Jiménez llamó a su secretaria y le ordenó —  Comuníqueme con el secretario de Gobernación.
Manuel Bartlett recibió la llamada y sin decir agua va le soltó la reprimenda: “¡Acaba usted de exponer al presidente de México, carajo; ya todo el mundo sabe que el comandante Ortega está en el país! Lo que era una visita secreta usted la hizo pública”, dijo entre otras de las frases que primero deprimieron al gobernador y después lo encabronaron.
El pobre secretario particular fue la víctima de su propia iniciativa republicana. El gobernador no lo bajó de pendejo hasta que Gabriel (así se llama) cambió de adscripción burocrática.
Cervantes, el jefe de redacción de Excélsior, me felicitó por la primicia.
Y Jiménez Morales tuvo a bien invitarme un cafecito para, con tersura y delicadeza como es su estilo, hacer el obligado reclamo:
— Tu periódico me ha dado un golpe internacional… Tú mandaste la nota. ¿Acaso no me consideras tu amigo?
—El golpe casual se lo dio su secretario particular —le respondí—. Supongo que no lo hizo de mala fe.
—Pues por esa buena fe ya lo mandé al carajo.

¿Un periodista amigo del gobernador?, me pregunté. Y de inmediato sin pensarlo mucho me respondí que ese tipo de “afectos” suelen desaparecer algunas letras al teclado y, en consecuencia, mutilar o quitarle fuerza a la nota que involucra o que fue generada por el político “amigo”. Lo que ocurrió después fue la guerra contra mí. Incluso ofrecieron un millón de pesos por la corresponsalía que finalmente dejé por las presiones del gobierno y de los entonces caciques de la información. Pero eso es otra historia.
Twitter: @replicaalex

martes, 8 de noviembre de 2011

Lazos y lastre del OFS

Por Alejandro C. Manjarrez
Caray, qué difícil es esto de escoger a un profesionista sin mácula y además con las características que requiere un ente público como el Órgano de Fiscalización Superior (OFS). Siempre habrá detractores contra los aspirantes; críticos que basan sus dichos en las expresiones de otras personas cuya vida no es del todo prístina. Los cargos como el de Auditor General son, pues, como las bodas nunca como los velorios. Por ello, en el proceso de selección, han salido a la luz todos los defectos de quienes aspiran al cargo, vicios que el tiempo podría transformar en virtudes.
De ahí que el cuerpo legislativo se las esté viendo negras para legitimar al hombre mejor posicionado gracias a sus amistades y parentescos. Me refiero a David Villanueva Lomelí, cuya capacidad profesional padece el lastre que forman sus padrinazgos. Por un lado, Rafael Moreno Valle, que fue quien le dio el espaldarazo para ingresar a la entonces Secretaría de Finanzas y Desarrollo Social. Y por otra parte, Melquiades Morales Flores, el gobernador que lo aceptó como yerno (una excelente chamba, decían sus paisanos tapatíos) debido a los buenos oficios de Rafa, a la sazón el colaborador más importante del mandatario dueño de la hacienda pública.
Tenemos así que David sufre de la incomodidad que a estas alturas representa el suegro. A ello incluya la amistad que ha mantenido con el gobernador en funciones, persona que, además de proponerlo, le ha dado el espaldarazo que significa su orden tajante a los diputados. Mis comentarios son dos asertos incontrovertibles a pesar de que los nieguen nuestros nuevos protagonistas de ésta que es una historia de poder y autoridad.
Parafraseo al senador y ex gobernador mencionado para, diría cualquiera de los líderes del Congreso, pedir al lector que lo leído quede aquí entre nos, en la íntima intimidad.
En fin, en este barullo de intimidades y secretos ahora compartidos por la canalla, apareció una voz innecesaria pero conciliable. Fueron las palabras de Jesús Morales Flores, tío político de David y tío abuelo de los hijos del matrimonio Villanueva-Morales. Y digo innecesaria pero conciliable porque el diputado plurinominal referido, por cierto uno de los políticos poblanos con más bagaje, tuvo la temeridad de hablar en favor del yerno de su hermano, opinión que sale sobrando dados los atributos del aspirante en cuestión.
A partir de estas circunstancias entre familiares y políticas, no cabe la menor duda de que Villanueva será el elegido por los diputados del PRI y del PAN, o sea la mayoría calificada que incluirá a los dos perredistas, uno de cepa y el otro de membrete. Todos le harán al cuento, decisión que será avalada por –diría Tartufo– el limpio y democrático consenso del Pleno legislativo. Empero, como lo escribió mi colega Alejandro Mondragón, el decreto legislativo otorgará a David legalidad no así legitimidad. Ésta podría darse después, siempre y cuando el titular de OFS demuestre a la sociedad que ni Rafa ni Melquiades ni Jesús ni nadie más influirán en sus decisiones honestas, verticales, éticas.
Está cabrón, ¿verdad?
A ver, para aclarar dudas pongámonos ante dos escenarios digamos que lógicos dada la práctica que se estila, “usos y costumbres” comunes en el ámbito del gobierno. Uno de ellos: “Integra el expediente de Perengano y lo consignas para que vaya a la cárcel”, instruye el jefe mayor al Auditor. Otro de la misma factura: “Ayuda a Mengano con su cuenta pública. Ya sabes, es medio tonto pero es nuestro cuate”.
Suponiendo sin conceder que Villanueva quisiera pasar a la historia y hacerlo como el Auditor que cumplió con su deber y respondió a la sociedad que sufraga el salario de los servidores públicos, tendría que taparse los oídos para no escuchar consignas. Y lo peor: convencer a los diputados, en especial a los de la Comisión Inspectora del OFS, para que ellos también adopten la ética, que es sinónimo de honestidad profesional.
También está cabrón, ¿o no?
De ese tamaño es el reto para esta nueva generación de gobernantes, representantes populares y servidores públicos. O son rectos, justos, equitativos, imparciales y éticos, o serán más de lo mismo; es decir, corruptos en el más amplio sentido de la definición que incluye la omisión al cumplimiento del deber que protestaron cumplir.
Por último y ya que hablo de justicia y equidad, pregunto a las instancias involucradas en este teatro estilo Ionesco:
¿Y por qué no propusieron a las mujeres que en eso de la ética e imparcialidad le dan las veinte y las malas a los machos que son muchos pero mucho menos que las féminas? ¿Y las diputadas se quedaron mudas?
Claro que hay respuestas oficiales para las preguntas enunciadas. Sin embargo, todo apunta que serían como las de Tartufo, el personaje de Molière cuyas actitudes crearon una las definiciones del diccionario de la Real Academia Española de la Lengua.
Hay que esperar para conocer la respuesta laboral de David Villanueva.
Twitter: @replicaalex

domingo, 6 de noviembre de 2011

Proceso contra Rafa

Por Alejandro C. Manjarrez
No voy a escribir sobre lo publicado por la revista Proceso. Tampoco pondré el dedo en las llagas ya purulentas. Menos aun usaré el molesto “se los dije”. No. Sólo recordaré con usted aquello que ya sabíamos pero que los asesores del gobernador se habían negado reconocer. Antes una reflexión digamos que argumentativa.
Ubicarme frente a la computadora implica la responsabilidad de desarrollar lo que pensé durante horas, si no es que días. El lunes es especial debido a que desde el viernes planeo el tema que abrirá la semana. Es lo común. Sin embargo, cuando el domingo nos sorprende con una noticia o publicación de trascendencia, no hay de otra mas que cambiar la trama para no caer en omisiones que en el menor de los casos despiertan sospechas. Así que les comparto los antecedentes de esto que parece un déjà, escrito que al ser censurado (11 de febrero de 2011), me indujo a dejar el periódico Síntesis. Se llamó “Impresiones ciudadanas”. Cito:
En algunos medios de comunicación, partidos políticos y sectores sociales hay indicadores que apuntan hacia una ruptura entre gobierno y prensa local. Ello en perjuicio de la imagen de la gestión de Rafael Moreno Valle Rosas, cuyas primeras acciones al respecto tienden a ser agresivas o, si no gusta el término, etiquetadas como “mano dura”, actitud que obedecería a un revanchismo a todas luces injustificado por todo lo que hay detrás. Esta es la primera impresión ciudadana.
La segunda percepción gira en torno a una supuesta política de comunicación en la que se privilegian los medios electrónicos, no con la idea de difundir la obra del gobierno o convocar a la sociedad para que se adicione a un proyecto de desarrollo, sino como método diseñado ex profeso para impulsar la imagen del gobernador.
La tercera apreciación, quizá la menos grata para gobierno y gobernados, es el aparente talante que presenta al titular del poder Ejecutivo como una persona desinteresada por la opinión y reacciones de los poblanos, ciudadanos cuya sorpresa crece cada día para abonar la decepción que, de aumentar, trastocaría las intenciones del equipo de gobierno. Me refiero al proyecto que beneficia a los ciudadanos de la entidad, no así al otro supuesto propósito, que por cierto también saldría afectado.
El cuarto juicio tempranero se ha empezado a manifestar como un “más de lo mismo”. Ello debido a la heterodoxia con que se llevó a cabo desde la designación de quienes conforman los gabinetes –principal y ampliado– (muchos de ellos sin vínculos con Puebla), hasta las decisiones que bordean la ley.
Otro de los impactos negativos es la digamos suplencia de talentos: la administración gubernamental ha dejado sin trabajo a poblanos preparados para en su lugar designar a personas que, sin ser mejores, empezarán a reconocer los caminos ya recorridos –y con éxito– por quienes fueron cesados quizás por su poblanidad. Es una acción cuyas reacciones deberían preocupar a las nuevas autoridades que, al parecer, han soslayado el impacto negativo e incluso generacional en las familias víctimas del desempleo selectivo.
Dentro del panismo también existe una no grata impresión. Gira en torno de lo injusto que resulta quedar al margen de las decisiones importantes de su gobernador, a pesar de que su voto y participación propició el triunfo electoral.
Estos primeros trazos, que son tan reales como el día y la noche, obligan a suponer que el gobierno tendrá que sacudirse de aquellos que lo mal aconsejan o se quedan callados para no molestar al gobernador. Deben persuadir al gobernante para que ordene se reestructure el proyecto de comunicación social a partir de la apertura e inteligencia que obliga la enorme responsabilidad de dirigir para mejorar el destino de los poblanos. Modificarlo, repararlo o acondicionarlo validaría la legitimidad que ganó Rafael Moreno Valle cuyo propósito es gobernar basado en el consenso ciudadano.
Es necesario, pues, usar la inteligencia para eliminar las malas impresiones con que se ha iniciado esta gestión de gobierno. Analizar y ponderar las opiniones de la sociedad cuyo aliado es la prensa. Omitir esta doble fuerza equivaldría a oficializar el menosprecio al sentir de la gente y de rebote a los comunicadores.
Ya veremos si la respuesta a las impresiones que he compartido con los lectores, es inteligente, visceral o silenciosa. Si no pasa nada y el mutismo es la réplica, estaríamos entonces ante un gobierno sordo, ciego y mudo. Sin embargo, a pesar de ello, los periodistas seguiríamos hablando y escribiendo con la verdad, tal y como lo exigen la ética y los lectores. Esto a pesar de lo que pase con la llamada “ley mordaza”.
Hasta aquí la cita.
Ahora mi reconocimiento a Rodolfo Ruiz, quien en aquella ocasión publicó lo que usted acaba de leer. Quizá ahí e-consulta inició el desencuentro prensa–gobierno, mismo que tiende a convertirse en un proceso social contra Rafa.
Twitter: @replicaalex

viernes, 4 de noviembre de 2011

Pantano político-periodístico

Por Alejandro C. Manjarrez
Decía el periodista Gabriel Sánchez Andraca –en plan de broma, obvio–: el buen reportero no espera el boletín, va por él.
Los tiempos han cambiado y ahora ya no es necesario ir por el boletín dado que éste llega a los correos electrónicos de los directores, columnistas y reporteros. Es la modernidad que, al parecer, también incluye el alejamiento entre gobierno y prensa, circunstancia que no hace mejores a uno ni a los otros.
Ésa que podría ser una sana distancia, igual significa una enfermiza relación, circunstancia que confirma lo que actualmente ocurre en el sector público: se ha desarrollado algo parecido a una fobia hacia el periodismo escrito, mal que antes se disfrazaba u ocultaba por respeto, prudencia o temor.
¿Temor? Pues sí porque casi todos los políticos tienen cola que les pisen, razón por la cual se tragaban sus fobias o rencillas, paradójicamente en beneficio de la sociedad que busca y anhela informarse a través de los medios de comunicación. Eran más amables, menos densos.
Lo curioso es que la misma aprensión o desasosiego, la padecen algunos supuestos periodistas cuyos secretos incluyen importantes componendas con pingües beneficios económicos generados por las asignaciones de obra pública y todo tipo de contratos millonarios.
Así, pues, por una parte tenemos a los servidores públicos que repudian a los periodistas, precisamente porque saben o fueron enterados de su heterodoxia para hacer negocios con el gobierno. Y por otro lado están los comunicadores que buscan la forma de congraciarse con el poder, quizás obligados por la necesidad de que su malsana costumbre pase desapercibida o, si acaso existe transgresión legal qué perseguir, ésta prescriba debido a “la desaparición de la necesidad de la pena que se produce cuando se oscurece o apaga el recuerdo del delito”.
A partir de esa insana costumbre, digamos que contractual, la aversión oficial tendría una justificación. Empero, dicha actitud es a todas luces injusta e inclusive hasta temeraria cuando existe la cola en cuestión. Y según parece no hay político que haya llegado al poder como el ave blanca que cruzó el pantano sin mancharse su plumaje (Díaz Mirón, dixit).
No es casual, pues, que se hayan modificado varias leyes para mantener a raya a los periodistas. Ha pasado en el nivel federal y en las instancias estatales, empezando por Puebla. En el mejor de los casos, porque hay políticos que temen que su vida privada se haga pública. Y en el peor, porque abundan quienes viven entre la desazón y el pánico debido a que en su paso por el gobierno construyeron o cimientan, depende, las aristas que produce la corrupción, institucionalizada o no.
De esta suerte tenemos que en Puebla se ha hecho más honda la brecha entre prensa y gobierno. Y que el boletín cibernético actúe como un antiséptico contra la amenaza de “infección” que  representa el periodismo, ahora coaccionado con el petate del muerto, mismo que se tejió con las modificaciones a las leyes (daño moral). Semejante desdeño o menosprecio, depende su punto de vista, se replica en los actos y giras del gobernador, eventos donde ya se hizo famoso el corral de la ignominia o el oportuno y puntual boletín. A esto hay que agregar la política de “relaciones humanas” que priva en las oficinas públicas donde existe la regla no escrita sobre lo que la paranoia oficial ha dado en llamar “infiltrados del periodismo”. O sea, no se vale que el empleado o funcionario sea familiar o esté relacionado con algún periodista. Si lo “descubren” ipso facto lo corren.
Bueno, ahora resulta que, por ventura para unos y desventura para otros, además del boletín cibernético, funcionan los que podríamos llamar corresponsales oficiosos, personas que perdieron su trabajo en el gobierno por distintas razones o pretextos, por ejemplo: eran marinistas, no tenían el perfil que requiere la administración actual, su función fue delegada en personas ajenas a Puebla, provocaron la obesidad burocrática, estaban feos o feas, fueron sospechosos o parecían infiltrados. Todos ellos (más de tres mil) mantienen a sus amigos, compadres y confidentes en sus ex lugares de trabajo y, por ende, conservan y actualizan su información privilegiada que sueltan a la menor insinuación, inspirados desde luego por los efectos del desempleo.
Por ello y otras cosas que el espacio me limita para mencionar y comentar, se ha puesto en peligro la buena imagen del mandatario y, en consecuencia, el prestigio de éste ha ido bajando en la apreciación de los gobernados, no obstante los esfuerzos mediáticos nacionales, principalmente, alguno de estos manifiesto en las interesantes cartas aclaratorias.
En fin, es probable que prevalezca el esquema informativo y que el único cambio ocurra en el periodismo que sin duda se hará más crítico, ético y profesional, efecto que dejaría mal ubicados a los judas y a los corruptos, sean éstos servidores públicos, periodistas o propietarios de medios de comunicación. Digo...
Twitter: @replicaalex