No voy a escribir sobre lo publicado por la revista Proceso. Tampoco pondré el dedo en las llagas ya purulentas. Menos aun usaré el molesto “se los dije”. No. Sólo recordaré con usted aquello que ya sabíamos pero que los asesores del gobernador se habían negado reconocer. Antes una reflexión digamos que argumentativa.
Ubicarme frente a la computadora implica la responsabilidad de desarrollar lo que pensé durante horas, si no es que días. El lunes es especial debido a que desde el viernes planeo el tema que abrirá la semana. Es lo común. Sin embargo, cuando el domingo nos sorprende con una noticia o publicación de trascendencia, no hay de otra mas que cambiar la trama para no caer en omisiones que en el menor de los casos despiertan sospechas. Así que les comparto los antecedentes de esto que parece un déjà vú, escrito que al ser censurado (11 de febrero de 2011), me indujo a dejar el periódico Síntesis. Se llamó “Impresiones ciudadanas”. Cito:
En algunos medios de comunicación, partidos políticos y sectores sociales hay indicadores que apuntan hacia una ruptura entre gobierno y prensa local. Ello en perjuicio de la imagen de la gestión de Rafael Moreno Valle Rosas, cuyas primeras acciones al respecto tienden a ser agresivas o, si no gusta el término, etiquetadas como “mano dura”, actitud que obedecería a un revanchismo a todas luces injustificado por todo lo que hay detrás. Esta es la primera impresión ciudadana.
La segunda percepción gira en torno a una supuesta política de comunicación en la que se privilegian los medios electrónicos, no con la idea de difundir la obra del gobierno o convocar a la sociedad para que se adicione a un proyecto de desarrollo, sino como método diseñado ex profeso para impulsar la imagen del gobernador.
La tercera apreciación, quizá la menos grata para gobierno y gobernados, es el aparente talante que presenta al titular del poder Ejecutivo como una persona desinteresada por la opinión y reacciones de los poblanos, ciudadanos cuya sorpresa crece cada día para abonar la decepción que, de aumentar, trastocaría las intenciones del equipo de gobierno. Me refiero al proyecto que beneficia a los ciudadanos de la entidad, no así al otro supuesto propósito, que por cierto también saldría afectado.
El cuarto juicio tempranero se ha empezado a manifestar como un “más de lo mismo”. Ello debido a la heterodoxia con que se llevó a cabo desde la designación de quienes conforman los gabinetes –principal y ampliado– (muchos de ellos sin vínculos con Puebla), hasta las decisiones que bordean la ley.
Otro de los impactos negativos es la digamos suplencia de talentos: la administración gubernamental ha dejado sin trabajo a poblanos preparados para en su lugar designar a personas que, sin ser mejores, empezarán a reconocer los caminos ya recorridos –y con éxito– por quienes fueron cesados quizás por su poblanidad. Es una acción cuyas reacciones deberían preocupar a las nuevas autoridades que, al parecer, han soslayado el impacto negativo e incluso generacional en las familias víctimas del desempleo selectivo.
Dentro del panismo también existe una no grata impresión. Gira en torno de lo injusto que resulta quedar al margen de las decisiones importantes de su gobernador, a pesar de que su voto y participación propició el triunfo electoral.
Estos primeros trazos, que son tan reales como el día y la noche, obligan a suponer que el gobierno tendrá que sacudirse de aquellos que lo mal aconsejan o se quedan callados para no molestar al gobernador. Deben persuadir al gobernante para que ordene se reestructure el proyecto de comunicación social a partir de la apertura e inteligencia que obliga la enorme responsabilidad de dirigir para mejorar el destino de los poblanos. Modificarlo, repararlo o acondicionarlo validaría la legitimidad que ganó Rafael Moreno Valle cuyo propósito es gobernar basado en el consenso ciudadano.
Es necesario, pues, usar la inteligencia para eliminar las malas impresiones con que se ha iniciado esta gestión de gobierno. Analizar y ponderar las opiniones de la sociedad cuyo aliado es la prensa. Omitir esta doble fuerza equivaldría a oficializar el menosprecio al sentir de la gente y de rebote a los comunicadores.
Ya veremos si la respuesta a las impresiones que he compartido con los lectores, es inteligente, visceral o silenciosa. Si no pasa nada y el mutismo es la réplica, estaríamos entonces ante un gobierno sordo, ciego y mudo. Sin embargo, a pesar de ello, los periodistas seguiríamos hablando y escribiendo con la verdad, tal y como lo exigen la ética y los lectores. Esto a pesar de lo que pase con la llamada “ley mordaza”.
Hasta aquí la cita.
Ahora mi reconocimiento a Rodolfo Ruiz, quien en aquella ocasión publicó lo que usted acaba de leer. Quizá ahí e-consulta inició el desencuentro prensa–gobierno, mismo que tiende a convertirse en un proceso social contra Rafa.
Twitter: @replicaalex