Por Alejandro C. Manjarrez
Quitándole el lastre que significa la animadversión hacia la prensa escrita, actitud que parece ser su eventualidad sexenal, habrá que reconocer las capacidades políticas y administrativas de Rafael Moreno Valle Rosas.
Aclaro y enseguida expongo:
Con el ánimo de evitar que se me confunda con alguno de sus entusiastas panegiristas, antes sus brutales críticos, sólo citaré dos de las acciones morenovallistas, mismas que podrían avalar los comentarios que a continuación expreso:
1. Convenció a los diputados del PRI para que en San Lázaro pelearan con sus pares la asignación a Puebla de lo que resultó ser el mayor presupuesto en la historia de esta entidad: más de 57 mil millones de pesos. Y
2. Preparó el terreno político con la intención de librar los escollos que pudieran impedirle alcanzar los ambiciosos objetivos que forman parte de su proyecto de largo aliento. Uno de esos obstáculos es la presencia de la oposición que prefirió negociar en vez de pelear –como sería su obligación ética y estatutaria– por los espacios de representación social.
Como verá el lector, no hay duda sobre los talentos que Rafael ha exhibido en el quehacer público local y nacional, capacidad que por cierto contiene altas dosis de gobernanza. Ahora tratemos de dilucidar el otro aspecto, quizás el más complejo dado que obliga a unir algunos cabos sueltos para con ellos “amarrar” la siguiente conclusión del columnista:
A través de las próximas diputaciones y senadurías, el PRI, el Panal y el PVEM consolidarán lo que seguramente ha sido una intensa y larga negociación destinada a controlar la política poblana, espacio en el cual podríamos insertar a la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla. Puntualizo:
Primero “conquistó” a Juan Carlos Natale, dirigente estatal del Verde Ecologista, cuyo proyecto político giraba en torno al entonces candidato Javier López Zavala. Después trabajó la designación del líder poblano del Partido Nueva Alianza, cargo que recayó en Gerardo Islas Maldonado, quien durante la campaña morenovallista estuvo al frente de las relaciones públicas. En el ínterin manejó el poder para conciliar con algunos dirigentes del PRI en la entidad, ciudadanos cuyo paso por la administración marinista produjo ciertos datos contables difíciles de cuadrar, como dicen los auditores. Y lo más importante dada su trascendencia social: amalgamó los intereses y programas del gobierno con los planes de desarrollo de la BUAP y su rector Enrique Agüera Ibáñez.
Una vez consolidados estos puntos mediante la firma de la alianza de los partidos mencionados, lo que sigue es menos complejo debido a que el próximo proceso electoral federal no tendrá las dificultades que produce la atomización partidista para, en consecuencia, permitirle conservar el control político, casi íntegro. Por un lado colaboran a esta causa el PRI y sus aliados. Y por otra parte, sin proponérselo claro, el terreno en cuestión será abonado por la falta de representatividad del PRD. Dicho con otras palabras: las huestes tricolores apoyadas por los maestros, principalmente, enfrentarán a una izquierda que, como hemos visto, se encuentra resquebrajada pero en este caso con la posibilidad de usar la “prótesis” que representaría la participación de Andrés Manuel López Obrador.
¿Y el PAN?, preguntará el lector.
Según parece, los candidatos del blanquiazul tendrán que rascarse con sus propias uñas ya que no recibirán el calor político del mandatario que, paradójicamente, lo fue gracias a esas siglas. Los veo metidos en una lucha contra la oposición y sin el apoyo del gobernante que es su líder moral. Incluso topándose contra el muro invisible que forma la indiferencia que, le apuesto, será nutrida con una incontrovertible pero exacerbada legalidad.
A todo lo anterior habría que adicionar lo que –se dice en los corrillos políticos– serán las fórmulas que participarán en la elección del 2012, todas ellas apoyadas por las estructura electoral del PRI, Panal y PVEM. Súmele probables sufragios y estos aliados obtendrían más o menos la misma votación con la que ganó Rafael Moreno Valle, números que dejarían al PAN con su voto duro o tradicional, o sea, en el segundo plano. Verbigracia: Zavala y Agüera (PRI y Panal) resultarían prácticamente invencibles. Y a esto agregue el lector lo que mediática y electoralmente representará Enrique Peña Nieto, el priista que hasta ayer contaba con el apoyo de Elba Esther Gordillo, la líder magisterial que hizo presidente a Felipe Calderón y gobernador a Rafael Moreno Valle.
Ahí tiene usted un trazo del trabajo político que ha realizado el mandatario de Puebla, labor que incluye lo descrito y otras acciones más que después le platico. Mientras me inspiro, sirvan estas líneas para ratificar lo dicho en otras entregas: Moreno Valle ha usado su poder de seducción para convencer a tirios y troyanos. Y también a la llamémosle inteligencia académica.
Twitter: @replicaalex