Por Alejandro C. Manjarrez
Como se acomodaron las calabazas ya no hay pretextos para que falle, se equivoque o la riegue cualquiera de los tres candidatos definidos.
Una, Josefina Vázquez Mota, tendrá que acogerse a la filosofía del PAN separándose de la maña electoral, esencia de las campañas negras que dominan algunos de sus asesores. Le iría muy mal y puede ser que hasta perdería todo lo que tiene ganado por haber nacido mujer. Si viviera, Carlos Castillo Peraza ya le habría aconsejado: Mira Josefina: “la política no es una lucha de ángeles contra demonios, sino que debe partir del fundamento que nuestro adversario político es un ser humano” dispuesto a responder igual o peor de como lo trates.
Otro, Andrés Manuel López Obrador, en este su segundo intento está más obligado que nunca a dar frescura a sus argumentos, incluidos aquellos que giran en torno al amor que recién adoptó como método para conquistar al pueblo. Sus ataques (porque los habrá) deberán tener el sustento que convenza a la sociedad. Dejar de usar los mensajes que sólo regocijan a los miembros de su equipo, varios de ellos atrapados en el pasado izquierdoso o enfermos del mal del resabio. No le queda mas que, entre otros clásicos, recordar a Juan Jacobo Rousseau (su contrato social) para que “antes de examinar el acto por el cual un pueblo elige (presidente)… examinar por qué un pueblo es pueblo, y por qué este acto siendo necesariamente anterior al otro, es el verdadero fundamento de la sociedad."
Y el tercero, Enrique Peña Nieto, aunque le cueste trabajo tendrá que obligarse a leer al clásico del PRI, o sea a don Jesús Reyes Heroles, para inspirarse y olvidar (o tal vez enterarse) de que “la política demanda pasión pero, a la par, mesura, sosiego interno y dominio de sí mismo para no intentar dominar a otro u otros”. Y además decírselos a quienes lo rodean para que dejen de verlo como el títere policromado dispuesto a dejarse manejar.
Si al trío de candidatos les funciona bien la autocrítica y el análisis de sus actos y propósitos, quizá ya hayan pensado en la urgencia de revisar las características de su equipo para leerles la cartilla. Puede ser incluso que hasta decidieran usar el énfasis del poder a fin de recordarles quién es el candidato y, al que no lo entienda, correrlo ipso facto, igual que a los que quieran padrotearlos basándose en eso, en que cuentan con una extraordinaria preparación y la inteligencia que les autoriza a sentirse indispensables.
Para no seguir complicándome la vida con interpretaciones de personajes de la historia reciente o añeja, retorno a la sabiduría popular. Y digo a Jose, a Peña y al Peje:
Les llegó la hora de poner los pies en la tierra. Olvídense de los agravios y sumen y multipliquen aunque mañana tengan que restar. Usen las ideas, el cuerpo y el tono de voz para poder comunicarse con el pueblo en vez de asustarlo desgañitándose y moviéndose como robots. Acérquense a la gente y acarícienla con sus palabras, miradas, movimientos naturales y también con sus actos estos sí amorosos. Saquen a relucir aquello que sus adversarios podrían usar en su contra, no importa que sean antecedentes personales o familiares: la mentira y la hipocresía son hechos inocultables gracias a las redes sociales cada día con más y mejor información. Prepárense, pues, a explicar con pelos y señas los antecedentes que les perjudican: que la Ley Televisa, el manejo electoral de su función pública y el financiamiento del zar del juego en Monterrey; que los privilegios a los vástagos dotados de autos y ropa lujosa, mientras el tutor anda en un modesto vehículo y usa ropa de Suburbia; que los hijos de temporal y las denuncias de las queridas. En fin, ha llegado la hora de enfrentarse a la verdad.
De esas y otras verdades hay que escribir, pero ubicados en la aldea poblana, espacio donde ocurren cosas parecidas a lo que acaba usted de leer. En esas andamos.
Twitter: @replicaalex