domingo, 5 de febrero de 2012

Un gobierno impopular


Por Alejandro C. Manjarrez
El gobierno poblano emprendió el cobro de las tenencias no pagadas en ejercicios anteriores. Salieron a la calle los sucesores del calpixqui azteca, o del custodio del quinto real, o del diezmominero, o del inspector de puertas, ventanas, perros y caballos. Empezó así lo que podría llegar a ser el peor de los deterioros que sufrirá la imagen de nuestro atildado y empeñoso gobernador. Lo curioso, paradójico o perverso, vaya usted a saber, es que esta campaña ya empezó y que el primero en recibir la visita del llamémosle “recolector del faraón”, fue uno de los colegas más críticos de la comarca.
El infame desgaste se dará porque quien ordenó el cobro de impuestos –justos o no– acabará siendo el malo de esta película. Más si consideramos que la sociedad todavía supone que lo pagado al fisco suele tener distintos destinos al planeado para afrontar las cargas públicas; o como es el caso de la tenencia, si se le obliga a pagar un impuesto torcido por su origen, manejo político, duración e inconstitucionalidad.
Esos y otros malos sentimientos aparecerán en el momento en que muchos de los tres o cuatro mil despedidos por el gobierno actual reciban la molesta e injusta visita recaudatoria que, más que dinero, colectará votos en contra, reacción por cierto adversa a los planes electorales morenovallistas. Y qué decir si alguno de los líderes de opinión tiene la ocurrencia de emprender una campaña basada en el malévolo supuesto de que con ese dinero se taparán parte de los hoyos que produjo la maquinaria propagandística de Rafael Moreno Valle.
Decía Melquiades Morales Flores: el pagano (obligado o no) de un peso de impuesto adicional o no considerado, es capaz de hacer un escándalo igual al del gallo o gallina que le arrancan una pluma.
Y vaya que le asiste la razón al ex gobernador y maestro de Rafael ya que, aparte del gasto que implica ponerse al corriente en el pago de la tenencia de un auto que a lo peor ya no vale el adeudo pendiente, los causantes siempre piensan que los impuestos trabajan para beneficio del gobernante. O para hablar de tradiciones e historias, no olvidan (o alguien se los platicó) las costumbres de algunos presidentes de México, entre ellos, por ejemplo, el que recibió el golpe de zapatilla en la cara, puyazo asestado por una cantante vernácula que después fue senadora; o el que hizo de Los Pinos algo parecido a la Roma antigua porque, como Calígula, nombró ministra a una de sus yeguas, como él llamaba a la dama cuyo trasero fue de antología; o el que cerraba el despacho durante las tardes para departir con sus cuates, todos achispados; o el que so pretexto de probar sus autos deportivos se escapaba por las noches para visitar a sus amantes; o el que compartió con su mujer la Presidencia del México del águila mocha enemiga de las víboras tepocatas; o aquel que seducido por el enervante aroma del poder fue atraído por jóvenes del mismo sexo, alguno de los cuales aprovechó la debilidad de su jefe para hacer alianzas que a la fecha perduran. Así que:
¡Aguas!
Uso esta voz famosa durante la época colonial para advertir a Moreno Valle que puede ocurrirle lo que pasaba con los transeúntes que al amanecer circulaban por las añosas calles de Puebla, o de cualesquier otra ciudad importante. Me refiero a quienes tardíamente escuchaban la alerta verbal, el ¡aguas! pues, vocablo enfático que avisaba de la caída del contenido nocturno de la bacinica hogareña (antes no había drenajes). Dicho con otras palabras: algo tendrá qué hacer don Rafael para justificar las medidas impopulares y que el pueblo, su pueblo, no lo bañe con improperios que desentonan con su ambicioso proyecto político.
Ahora bien, es obvio que la intención de tan desesperada (y por ende absurda) medida recaudatoria, busca paliar los efectos que produjo la enorme inversión que durante el 2011 se destinó a la construcción de obras importantes y gastos como el aplicado al CRIT, a las remodelaciones de Casa Puebla y Casa Aguayo, a la compra de equipo (helicóptero y demás) y a la imagen difundida por las televisoras (Televisa y Azteca). Otro de los recursos adicionales se obtendrá por el “ahorro” en el gasto corriente, o sea la reducción del cinco por ciento al salario de los trabajadores, lo cual es otra decisión impopular. En fin.
¿Cabe o no la exclamación de alerta? Usted, lector, tiene la respuesta.
Twitter: @replicaalex