Por
Alejandro C. Manjarrez
“Querida
Cigüeña: por favor no me traigas una hermanita. Mi mamá le va a pegar como a
mí”.
Así
empieza la carta que el niño Carlos Gutman escribió para que su abuela la
enviara amarrada a un globo. Lo hizo con la ilusión de que, igual que las
misivas a los Reyes Magos, la reciba el pájaro que el mito ubica en París.
Carlitos
tiene poco más de seis años y es, obvio, un hijo no deseado por su madre
soltera. Cursa el primer año de primaria en San José Chiapa, lugar donde la
tierra acaba de convertirse en un artículo de especulación inmobiliaria.
En
otros de los renglones escritos con lápiz en la hoja de un bloc de taquigrafía
(letra difícil de leer), el pequeño detalla los castigos a que es sometido
porque, dice, a veces se le olvida hacer la tarea:
“Mi
mami me da de patadas en mis piernas. También me jala de los pelos y me azota
contra el ropero. Con los ganchos de ropa me pega en la espalda. Me da mucho
miedo cuando llega a casa.”
Carlitos
concluye y repite la súplica a la Cigüeña:
“Porfa,
Cigüeña, no me traigas una hermanita. Va a sufrir igual que yo”.
Yo
no sé lo que usted sienta o piense pero el que esto escribe quedó impactado por
esta realidad que es el pan nuestro de cada día. Me enteré del problema porque
el lunes pasado vi llorar a la abuela de Carlitos (trabaja en mi casa) y le
pregunté qué le pasaba. Como respuesta me mostró lo que había escrito su nieto,
quizá con la esperanza de recibir algún tipo de consuelo, ayuda u orientación.
“¿Por qué no va al DIF y la denuncia?” le pregunté. Y ella me respondió que no
lo hará porque teme que la autoridad le quite a su hija la custodia del niño y que
éste termine en un hospicio. “No volvería a ver a mi Carlitos”, manifestó con
el llanto amontonado en su garganta. Sobra decir que la abuela trabaja para que
su nieto “tenga lo necesario y llegue a ser un hombre de provecho”. Su madre
también es empleada pero, se lamenta la abuela del niño, dedica la mayor parte
del tiempo a vivir como las mujeres jóvenes y solteras.
Vaya
problema familiar. Mi esposa y yo trataremos de encontrar alguna solución
digamos que tersa entendidos de que debemos ayudar y proteger al niño que, por
cierto, vivió en nuestra casa (su madre se lo “encargó” a la abuela) hasta que
cumplió cuatro años. Es un ser inteligente y sensible que podría convertirse en
un buen profesionista siempre y cuando no se le amargue la vida con
experiencias como las que marcan a los delincuentes peligrosos.
Perdone
el lector que me haya salido de la tónica política. Mi intención es que este comentario
lo reciba la persona que por su trabajo y poder tiene la oportunidad de
intervenir (espero que con éxito) para que Carlitos y su madre biológica
encuentren lo que toda familia desea: comprensión, orientación, apoyo y en
consecuencia la felicidad.
Como
ya lo dije, esto ocurre en San José Chiapa, el pueblo elegido y preparado para
recibir los beneficios de la inversión extranjera. Confiemos en que el interés
humanitario figure en el proyecto de ese desarrollo industrial, obligación privativa
del gobierno de Rafael Moreno Valle Rosas.
Nota
bene:
El
próximo lunes retomaré el tema político. Le tengo algunas sorpresas.
Twitter: @replicaalex