jueves, 10 de enero de 2013

Los cacles de Moreno Valle



Por Alejandro C. Manjarrez
Pongámonos en los zapatos del gobernador de Puebla, y pensemos en el futuro inmediato.
Una vez mostrada la decisión del primer priista del país (vuelve esta definición mediática), coraje que incluye el rescate de las posiciones políticas que su partido perdió, todo indica que tanto para él como para su equipo, el estado de Puebla representa la “joya de la corona”. De ahí que Enrique Peña Nieto haya decidido recuperarla para, cuando menos, satisfacer su ego político y de paso inyectar bravura y optimismo a sus desanimados y  desmoralizados congéneres de ésta y de las otras entidades gobernadas por los adversarios del hoy partido oficial (término éste que también regresa).
Esa es la lógica.
Y en ella me baso para decir que el mandatario Rafael Moreno Valle, tendrá que operar con cuidado y sin perder el estilo. La razón: cualquier movimiento político en falso equivale valga la figura a rascarle las criadillas a un toro miura. Pero lo peor para el grupo que comanda Rafael, está en que el nuevo partido Compromiso por Puebla lleva su sello de fábrica: cualquier ciudadano más o menos informado (incluso hasta los despolitizados), sabe que este organismo político tiene la marca Made in Casa Puebla. Y que además haría las veces de catalizador para las ya no tan populares alianzas partidistas en contra del PRI.
A grandes rasgos, según el columnista, este sería el escenario y desde luego el motivo de preocupación del Ejecutivo estatal, circunstancias que obligan a preguntar: ¿cómo armarán la estrategia para pasar la prueba electoral sin las máculas que suelen producir los procesos amañados o dirigidos por el poder de los gobiernos locales, mañas que bien conoce el Presidente de México?
Antes de lucubrar sobre la respuesta, le cuento al lector una de las últimas anécdotas del ex gobernador Mario Marín Torres:
Excepto el PRI, obvio, los demás partidos le exigieron al entonces mandatario, alias El Precioso, que no metiera las manos en el proceso electoral, mismo que por cierto perdió. Con su acostumbrado estilo socarrón y taimado, según me contaron, Marín dijo a quienes le habían puesto al tanto del asunto: “¡Ah, si serán pendejos! No tengo por qué meterlas si nunca las he sacado”.
Sigo con los Prada puestos.
Pensemos, pues, en que dentro del cuarto de guerra o tanque de cerebros morenovallista, ya consideraron esta situación y que su análisis inicial se centró en la elección de Puebla capital. Si así fuere, el buen Jorge Aguilar Chedraui y el extraordinario Antonio Gali Fayad, tendrían que aceptar que sus perfiles políticos apenas y les dan para una diputación local, misma que hasta podría depender de la lista plurinominal. Queda Fernando Manzanilla Prieto, en cuyo fuero interno debe estar dudando de lo que parecía una aspiración garantizada. “Fer: como bien los conozco —le habrá dicho su amigo, el talentoso y hábil Luis Maldonado Venegas, considerado como el gurú del grupo—, más vale que dejemos pasar este tsunami y nos dediquemos a resolver la sucesión de un año ocho meses”.
Y sí: el próximo será sin duda un tsunami parecido a lo que el PAN primero criticaba definiéndola como elección de Estado, esquema que después adoptó para mejorarlo valiéndose entre otras estrategias del apoyo de Elba Esther Gordillo Morales.
¿Quién cree usted que tenga más saliva para tragar más pinole: Enrique Peña Nieto o Rafael Moreno Valle?
Hasta la pregunta ofende, dirán mis lectores benévolos.
Por aquello de los malos pensamientos aclaro: propuse la duda precisamente para concluir que como conjeturé que dijo Maldonado “lo mejor está por venir”, algo que podría ocurrir hasta el proceso electoral del 2015, cuando Moreno Valle haya demostrado que Puebla requiere de un gobernador dispuesto a no frenar la inercia del desarrollo que él impulsó. O sea el mandatario efímero que prepare el camino al escogido del equipo de la gobernanza que usted y este columnista observamos preocupados.
Y ahí, en el párrafo anterior, aparece la clave del futuro de Puebla y del grupo en el poder. Resumo: ahora, Moreno Valle y adláteres, están más obligados que nunca a preparar el terreno para la trascendencia sexenal, léase Cámara de diputados y presidencias municipales, excepto la “joya de la corona” que, como ya lo sugerí, podría quedar en manos de un priista con aspiraciones de gobernador, aunque sea el efímero.
Esto último es otro tema, en el cual subyace lo que podría ser el “Plan B” del mandatario en funciones.
Lo dejo para la próxima entrega.

Twitter: @replicaalex