Por Alejandro C. Manjarrez
Iniciamos el 2013 con un nuevo gobierno nacional cuyas estrategias no son novedosas aunque sí renovadas u objeto de la acostumbrada manita de gato. Dicho con otras palabras: seguimos igual que antes dado que la violencia persiste, la corrupción prevalece y los compadrazgos continúan. De ahí que el monumental cuadro de la República sea el mismo pero con distintas caras. La única diferencia real está en el color del fondo, matiz donde al parecer ya no caben las tonalidades de los gobiernos variopintos, o sea aquellos que llegaron al poder gracias a las alianzas. El de Puebla uno de ellos.
Rescato del anecdotario presidencial la expresión de Enrique Peña Nieto que sirve de título a esta columna, palabras que lo retratan tal cual: es un joven priista moldeado a la usanza de la vieja escuela política donde el oficio, la lealtad y la disciplina se premian y lo demás queda sujeto al cobro de facturas políticas; o como decía el doctor Alfredo Toxqui: a los tiempos de lanzar cohetes y a los días de recoger varas.
Cuando Peña Nieto andaba en campaña presidencial, Gustavo Cuevas Gutiérrez, capitán de Caballería del Ejército y encargado de la seguridad del entonces candidato, aventó a una mujer que intentaba apapachar al priista. Su acción fue violenta y por ende tan grotesca como grosera. Enrique lo vio y molesto le gritó mientras agitaba su mano derecha:“¡Chingada madre! ¡Estamos en campaña!, ¿no te has dado cuenta?”. (Agencia Apro, 9 de mayo de 2012).
Tomo esta expresión para definir lo que sin duda será el mandato presidencial encabezado por un hombre enérgico y comprometido con el ejercicio del poder (los tiempos de lanzar cohetes). Parto de este estilo y especulo: Peña podría decir (que no gritar) a los gobernadores algo así como:“Chingada madre, ¿acaso no se han dado cuenta quién es el Presidente?”.
Tortura legislativa
Puebla entró ya a una etapa complicada para su gobernante. Cambiaron las reglas del juego y también el color de la política mexicana. Ahora Rafael Moreno Valle Rosas, está más que obligado a reajustar sus proyectos para que éstos no alteren la coloración del nuevo presidencialismo. No hacerlo podría poner en riesgo su dinámica personal y además ubicarlo ante la posibilidad de que contrasten algunas de sus acciones públicas. Voy el ejemplo más evidente:
La política institucional poblana se ajustó aplicándole a la Constitución local una especie de tortura legislativa. Esto produjo los siguientes cambios: se movieron las fechas electorales y por única vez se amplió la duración del Congreso local y de los ayuntamientos: en vez de tres años, serán cuatro años ocho meses, lapso en el que también se elegirá a un gobernador efímero (un año ocho meses). Los considerandos de la reforma de marras se basaron en que a partir del 2018, los renuevos electorales de Puebla coincidirán con las elecciones federales.
Visto con la simpleza de lo políticamente incorrecto, podemos decir que dichos cambios mejoraron el dominio político a cargo del morenovallismo y, al mismo tiempo, que ello facilitará la operación electoral, incluida desde luego la posibilidad de controlar el poder durante los próximos diez años, cuando menos.
Divide y vencerás
Como palo dado ni Dios lo quita, el priismo local se enfrentará a la estructura que el poder Ejecutivo estatal ha diseminado en la estructura de los diferentes membretes partidistas, todos dispuestos a mezclarse para hacer algo parecido a una pócima con efectos anestésicos. Me refiero a las siglas PRD, PAN y Panal adheridas con el nuevo catalizador que se llama Compromiso por Puebla.
De ello han tomado nota los estrategas del PRI nacional que se manejan ya bajo ese aviso de alarma o alerta roja. Es obvio que no habrá concertaciones ni omisiones que afecten o pongan en entredicho lo que será una elección legitimadora para el Presidente que, como tal, en este 2013 afrontará sus primeros procesos electorales del sexenio. Así pues está más clara que nunca la directriz electoral del Partido Revolucionario Institucional. El vamos con todo pues.
A pesar de ello la duda prevalece y ésta sólo tiene una posible respuesta digamos que lógica. Para no variar, dicha resolución —buena o mala— corresponderá al gobernador Rafael Moreno Valle, circunstancia que me lleva a las siguientes preguntas:
¿Dejará que la política electoral de Puebla se maneje bajo el azar producto de la democracia libre, o sea sin dirección, manipulación o adjetivos?
¿Maniobrarán sus eficaces operadores para que se cumpla el proyecto transexenal?
¿Sacrificará a los sacrificables de su gobierno con la intención de taparle el ojo al macho?
¿Decidirá ser un gobernante democrático?
Poco a poco iremos conociendo las respuestas a estas cuestiones que resumen la problemática de la política estatal, conflicto surgido después de la estruendosa derrota del PAN y de los deslindes presidenciales, incluido el desmarque del liderazgo magisterial. Mientras ello ocurre puedo decir que lo único claro es que Puebla vivirá un proceso electoral novedoso. Ahora bien, de cómo se lleve a cabo éste dependerá de que Rafael Moreno Valle afine o haga espesa su relación con el poder presidencial. Ahí, ante esa encrucijada, lo ha puesto el destino: se acabaron los asideros o apoyos que suplían al peso político de la opinión pública y reemplazaban al aval de los ciudadanos.
Costumbre vs lógica
En México abundan los políticos neoliberales fanáticos del libre mercado. Son los ejemplares que privilegian el sistema capitalista aun en perjuicio de las necesidades sociales: rechazan la idea de que la política opera como la fuerza motriz del gran carricoche que representa la práctica de la “sociedad abierta” (Popper, dixit).Por ello el empeño chabacano en poner los caballos (la política) detrás de la carreta.
Para que el gobierno poblano aumente el volumen de sus ingresos y por ende su prestigio, necesita establecer una muy buena relación con la administración federal. Y afianzar ese vínculo con el apoyo de los grupos sociales organizados y con filiaciones políticas o sin ellas. ¿Cómo hacerlo?Una forma sería cambiar el sentido de la frase: “es la economía estúpidos”para, en su lugar, adoptar la nueva arenga que, permítaseme la paráfrasis, respondería al oficio político del presidente Peña Nieto: “Chingada madre, estos son tiempos de política”.
Twitter: @replicaalex