Por
Alejandro C. Manjarrez
Según
mi apreciación, el 15 de enero del 2013 cierra en Puebla una etapa
gubernamental en la que los desencuentros fueron más que las coincidencias,
mucho más. Y se inicia otra con visos que presentan la posibilidad de mejoras
en la relación gobierno-sociedad.
Podríamos
decir que dos años le han abierto la puerta a los cuatro que faltan.
Es
un hecho que suele ocurrir en cada mandato debido a que en ese lapso el
gobernante aprende cosas que ignoraba, en tanto que los gobernados pueden darse
el lujo de conceder el beneficio de la duda, actitud ésta donde la esperanza –si
acaso se da– aparece mezclada con algunas pizcas de resignación y dos que tres
pellizcos de desconfianza.
Dicho
con otras palabras:
En
veinticuatro meses el mandatario descubrió la realidad que ignoraba o había
soslayado debido a las actitudes rayanas en la soberbia que engendra el éxito
político. O sea el talante que suele alimentarse con las lisonjas y los malos
consejos a cargo de quienes buscan chamba o son expertos en padrotear al
poderoso. Esta circunstancia y el tiempo transcurrido, permite al pueblo manifestar
sus reclamos y críticas al poder. Dos años –insisto– bastan para darse cuenta de
que el poderoso en turno es un ser normal con virtudes y defectos.
Dicho
lo anterior ahora veamos lo que el lector conoce o incluso sufrió porque fue
víctima de errores burocráticos o debido a que salió con chipotes a consecuencia
de lo que algún gobernador aldeano llamó “acomodo de las calabazas”.
Me
refiero al desempleo y a la pérdida del poder adquisitivo que produjo la
política de recortes de personal y salarios, así como a la reducción del gasto
corriente combinado con la entrega de obras a contratistas de otras entidades o
países. Según argumentan los panegiristas oficiales, la llamémosle estrategia
gubernamental fue necesaria para que Rafael Moreno Valle pudiera deshacer la enorme
cola de corrupción dejada por el gobierno de Mario Marín Torres, el ex que a su
vez heredó dicho “rabo” de otros ex gobernadores que lo habían engordado y
alargado.
En
fin, como palo dado ni Dios lo quita, dejemos lo pretérito y veamos hacia
adelante:
Inicia
la nueva etapa con algunos avances y varios retos. En el primer caso está la
obra pública que incluye en Centro Integral de Servicios (la nueva sede del
gobierno) y, por citar lo más reciente y visible para los poblanos, el
controvertido “Metrobus” que rompió el maleficio del transporte público (léase
control de mafias y grupos de larga historia). Agregue el lector otras de las
obras difundidas hasta el hartazgo por el propio mandatario: que el Viaducto
Zaragoza, que el Centro Cívico Cultural 5 de Mayo, que los distribuidores
viales, que el Ecoparque Metropolitano, en fin, todo lo que se construyó con
recursos públicos y que por ello está sujeto al escrutinio de la desconfiada sociedad
(“la mula no era arisca…”).
Otra
de las acciones que llaman la atención es el analfabetismo, campaña en donde
participaron la UNAM, la BUAP y el SNTE; es decir, José Narro Robles,
Enrique Agüera Ibáñez y la con justicia cultural satanizada Elba Esther
Gordillo Morales: dijo Moreno Valle que el mencionado atraso educativo se
redujo en 24.7 por ciento. Este dato y el énfasis que puso el informante, me
recuerdan a Jesús Reyes Heroles, el priista cuyo pensamiento podría ser –por
qué no– parte de la inspiración en los actos educativos de Enrique Peña Nieto, de
quien por cierto depende el futuro del gobernador del estado de Puebla y, por
ende, de los poblanos: es obvio que además de convencer a los gobernados, Rafael
tendrá que hacerlo con el presidente de México.
Dijo don Jesús:
“Se ha establecido con rigor que en nuestros días no basta saber
leer; resulta indispensable querer leer, tener la voluntad de leer.”
Buena la aportación la de Reyes Heroles. Y mejor su criterio sobre
los medios de comunicación a los cuales definió como instrumentos valiosos de
apoyo a la “enseñanza colectiva”.
Concluyo pues con la siguiente opinión que usaré como preámbulo de
mi próximo comentario sobre el cambio de estrategia en el área de comunicación
social del gobierno morenovallista:
Después de dos años de rechazo a la crítica periodística y de la
fallida cooptación o eliminación de periodistas, se han tendido los puentes
para fomentar la relación entre prensa y gobierno, trato que deberá estar
basado en la ética y la honestidad profesionales, actitudes éstas que han sido
lesionadas por algunos comunicadores cuyo entreguismo equivale a la posición culimpinada.
Twitter: @replicaalex