Maurits Cornelis Escher, Relativity (1953) & Convex and Concave (1955)
Por
Alejandro C. Manjarrez
La
dirigencia estatal del PRI denunció al gobernador de Puebla, Rafael Moreno
Valle Rosas, por lo que ellos llaman injerencia del gobierno en el proceso
electoral. La denuncia de marras obedece a la forma como se cocinó la
candidatura de Tony Gali Fayad, así como a la propaganda para promocionarlo, evidentemente
con el auspicio personal y la figura del mandatario (mostraron fotografías de
los espectaculares donde aparecen el gobernador y su pupilo).
Ante tal
denuncia pública, Moreno Valle sólo sugirió que se pasaría por el arco del
triunfo ese tipo de acusaciones, actitud que confirmó cuando dijo que los fines
de semana haría acto de presencia en las campañas de sus partidos (hay varios
unidos). Incluso lanzó la puya al asegurar que usaría dinero de su peculio para
reimprimir la ley electoral con el fin de que sus detractores la leyeran,
estudiaran y entendieran el por qué él no violenta la ley.
Y en
efecto, Moreno Valle no ha transgredido el mandato electoral porque fue
acondicionado precisamente para posicionar la figura y el apelativo de Tony
Gali, un hombre cuyos cantos, dinero y simpatía deben haber cautivado al
ciudadano Gobernador.
Rafael se
dio el lujo de usar el talento contratado ex profeso por su gobierno para armar
la tramoya electoral hoy en funciones, misma que le ha permitido ejercer el
poder sin quebrantar el estatuto referido.
Ya lo
dije en este espacio pero debo repetirlo: antes puso en acción ese poder con el
fin de marcar a los “líderes” del PRI de Puebla con el sello del presunto
delito derivado del manejo heterodoxo o ilegal de los recursos públicos,
estatales y federales. Al mismo tiempo y como complemento estratégico, cooptó a
los priistas marginados por sus propios dirigentes: lo hizo bajo el principio
de la pluralidad y la inclusión en el reparto de candidaturas panistas,
petistas, aliancistas, comprometidas y presuntamente sociales.
Con todo
ello y un poco más llegamos al proceso electoral que cambiará alcaldes y
diputados con la ley electoral y la Constitución modificadas para (como se ha
dicho hasta el hartazgo) ampliar el ejercicio de la próxima legislatura y los
ayuntamientos (cuatro años ocho meses). También se estableció la mini gubernatura
de un año ocho meses que, si todo le sale bien al grupo en el poder, ampliaría
el mando hegemónico del morenovallismo.
Como
verá el lector, las condiciones fueron preparadas por los rafaelianos con la
intención de que PRI pierda la elección en la capital del estado y otros
municipios importantes, circunstancia que nos ubica ante lo que sería una paradoja
con tres vertientes; a saber:
1.-
De ganar la presidencia municipal de Puebla, Enrique Agüera Ibáñez se
convertiría en el héroe de la película ya que salvaría al PRI de la derrota más
ignominiosa del siglo en su historia local. Y digo deshonrosa debido al
liderazgo natural del presidente Enrique Peña Nieto, cuya presencia pública,
fuerza política (Pacto por México) y priismo a ultranza serían ofendidos si su
partido llegara a perder la capital poblana. Imagínese pues a los priistas
detractores de Agüera (que por cierto son muchos) aplaudiéndole por haberlos
rescatado de la vergüenza infringida por las derrotas anteriores, el
comportamiento heterodoxo de sus líderes y las traiciones de ex priistas que
hoy contienden en su contra amparándose en membretes de otros partidos.
2.
La derrota del candidato de Puebla Unida, cuya presencia, crecimiento y
preparativos político-legales forman parte del proyecto de Rafael Moreno Valle,
propiciaría que éste quedara muy mal parado con sus panegiristas y lambiscones,
los mismos que lo presumen como el mejor activo del PAN. Y
3.
El triunfo de Tony Gali Fayad sería consecuencia de lo apuntado líneas arriba,
victoria que no tendría chiste si partimos de que el gobierno estatal en pleno,
el Congreso local casi en pleno y el tanque de cerebros de Rafael trabajaron y
trabajan para que esto suceda.
Tenemos
así que en esta gran batalla son dos los generales y que uno de ellos derrotará
al otro: Agüera contra Moreno Valle. Es probable que hasta hace poco ninguno de
ellos imaginara lo que representaría este proceso electoral dado que ambos,
gobernador y rector, caminaron de la mano para llevar la fiesta en paz.
@replicaalex