Por Alejandro C. Manjarrez
Como Puebla no es Lebensborn nunca habrá niños eugénicos o infantes producto de la crianza selectiva que impulsó Himmler apoyado por Hitler. Tampoco funcionará el esquema Goebbels debido a que, entre otras cosas, los poblanos somos distintos a los europeos y, en especial, a los teutones y sajones. Su sociedad, hay que decirlo con énfasis para que lo entiendan los fuereños, jamás aceptará lo que considere un atentado en contra de sus tradiciones.
En fin, Puebla, señores funcionarios públicos con facturas y diplomados exóticos, es un espacio geográfico protegido por el modo de ser de sus habitantes, barroquismo donde suelen perderse los inventores del hilo negro. Sobran los ejemplos.
Por ello, creo, al gobierno estatal le urge un golpe de timón para cambiar no de rumbo sino de rutas que igual conduzcan hacia los objetivos que se ha trazado Rafael Moreno Valle Rosas. Lo digo, que conste, porque el mandatario es un hombre inteligente y dispuesto a valorar las diversas opiniones, aunque éstas no estén en la frecuencia o sintonía de su asesor de imagen, el máster Marcelo García Almaguer.
Si no da ese viraje, podrían aumentar los problemas provocados por la incomprensión a las características enunciadas. La ventaja (veámoslo con optimismo) es que ya se encendieron varios focos rojos, precisamente para mostrar al poder político las rutas fallidas que, de prevalecer, conducirán al fracaso político.
Veamos, pues, algunas de esas luces escarlatas, las que ha manejado la prensa local e incluso dos que tres periódicos nacionales:
1. La desconfianza de los gobernados hacia el trabajo que realizan sus diputados locales, quienes suelen ser vistos como un apéndice del gobernador.
2. La inconformidad de los alcaldes del PRI y de otros partidos (incluidos varios panistas, entre ellos Eduardo Rivera Pérez) que se sienten agredidos por las imposiciones o instrucciones dictadas para que sus ayuntamientos se ciñan a la directriz del gobierno estatal. ¡Ay de aquel que se rebele! Le puede ocurrir lo que pasa con Teziutlán, por citar a uno de los municipios carentes de la “benevolencia” oficial, mismo que ya tiene voces periodísticas discordantes.
3. La imposición del logotipo en los uniformes escolares, acción que ha despertado suspicacias tanto políticas (el avatar de Goebbels) como comerciales. Un logotipo o marca no produce inteligencia y menos aun convoca el espíritu cívico de los educandos o de sus padres. Es un sello que atenta contra la tradición de los jefes de familia que desde siempre se han organizado para decidir los colores, la vestimenta y hasta el distintivo de los uniformes de sus hijos. En la variedad está el gusto.
4. La mutación del escudo de Puebla, metamorfosis que, se dijo anteayer en El Popular y el sitio de e-consulta, trastoca la ley que lo creó. Y aquí pregunto: ¿por qué no seguir los trámites legales para cambiarlo e incluso valerse de una convocatoria con el fin de lograr el consenso que apoye su modificación? Un logo no hará que nuestros niños se equiparen a los eugénicos que produjo Hitler.
5. La actitud de menosprecio hacia la prensa no electrónica, talante que, por cierto, ha propiciado el despertar de los medios que se habían dormido en sus laureles financieros. La ventaja está en que esa política hizo las veces de estímulo para mejorar la relación prensa-sociedad. Es este caso el poder está en desventaja ya que su estilo ha favorecido las líneas críticas que antes no se leían porque no se escribían.
6. La uniformidad legislativa produjo ya una especie de héroe social en la persona de José Juan Espinosa Torres. El poder lo ha victimizado para producir una creatura política que podría crecer como las enredaderas. Y como el ejemplo arrastra, no faltarán quienes adopten esa línea e incluso produzcan el martirologio que tanto incomoda al poder político.
7. La controversia casi permanente entre el Partido Acción Nacional y el Gobierno del estado de Puebla (nótese que en el segundo caso uso el nombre completo tal y como lo establece la Constitución poblana).
Concluyo con una imagen mediática que a lo peor le encanta a Marcelo:
Qué pasaría si para festejar los 150 años de la gesta del 5 de Mayo, durante el tradicional desfile, los niños y adolescentes de las escuelas poblanas portan un cartoncillo tamaño carta impreso con el rostro de Rafael Moreno Valle… Y que al pasar frente a la tribuna saluden al gobernador y al presidente colocándoselo en la cara para que, con esa fotografía, todos se vean, valga el término, amorenovallados…
Digo.
Twitter: @replicaalex