Por Alejandro C. Manjarrez
Ya que algunos aspirantes se niegan a leer, sería conveniente que se volvieran cinéfilos. Pero no para ver películas de ciencia ficción o thrillers donde hasta el cácaro se muere. No. Hay temas digamos que más ilustrativos; por ejemplo:
La ley de Herodes
Es una recopilación de los usos y costumbres en la política aldeana cuyos efectos han trascendido a las capitales donde los chicharrones del gobernador son los únicos que truenan. De ahí que la maquinaria oficial funcione como relojito: que se necesita cambiar la Constitución… pues sus muchachitos legisladores la cambian ipso facto. Que a los presidentes municipales les urge el calor político… pues entonces éstos deben montarse en las giras del mandatario estatal para salir en la foto y publicitar que por ahí anduvo el alcalde. En pocas palabras, el titular del Poder Ejecutivo es el único que reparte y comparte siempre, que conste, con la Constitución en la mano. No hay que olvidarlo.
Colores primarios
Si el aspirante a un cargo de elección popular requiere asesoría para tener éxito en su campaña interna primero y después en la constitucional, debe sentarse a ver esta película de John Travolta. Aprenderán a librarse de los problemas de faldas o de pantalones, dependiendo las inclinaciones y el sexo. También conocerán algunas de las fórmulas que les podrían ayudar a derrotar a los oponentes valiéndose de la información privilegiada (sexo y drogas). Y les mostrará la ventaja de contar con profesionales en marketing político cuya sensibilidad va más allá de lo tradicional. Véanla cuanto antes para que no rieguen el tepache.
Ciudadano Kane
Es uno de los éxitos de la cinematografía estadunidense que le dio el Oscar, el único que tuvo Orson Wells. Refiere la historia del magnate de la prensa (Charles Foster Kane), dueño de una cadena de periódicos, varias emisoras y una valiosa colección de pinturas. El tipo muere y su última palabra (Rosembud) desata una investigación del grupo de periodistas decididos a desentrañar el misterio del vocablo. Aquí la lección sería: “Para que la cuña apriete…” Bueno, también hay otra: los magnates tienen su colita.
Todos los hombres del presidente
Se trata de la historia de dos reporteros del diario The Washington Post, cuya tozudez e información propició la renuncia de Richard Nixon, después de que ser descubierto el allanamiento conocido como “caso Watergate”. El film enseña lo que pueden hacer los periodistas cuando se deciden a investigar cualquier cosa. Así que si no la ha visto o ignora la historia, réntela, siéntese y disfrútela. Le aseguro entenderá la importancia del trabajo u oficio periodístico.
Wag the dog
El argumento de esta película se basa en la necesidad de crear una cortina de humo en torno al presidente. El tipo había sido acusado de abuso sexual a una joven visitante a la Casa Blanca. El war room opera y ahí se diseña una guerra ficticia para, con la ayuda de los medios de comunicación, desviar la atención del hecho que afectaría la reelección del mandatario caliente, proceso que iniciaría once días después de la denuncia. En este caso la enseñanza tiene dos vertientes: reconocer la influencia de los medios de comunicación (electrónica y escrita) y adquirir la obligación de contar con un sexólogo que oriente los apetitos desenfrenados, sobre todo durante los previos electorales. Apúntenle: no hay mejor cinturón de castidad que el sufragio popular.
Si yo fuera diputado
Cantinflas le mostrará que sin necesidad de preparación de por medio, se puede llegar a ocupar uno de los escaños de la Cámara de San Lázaro e incluso del Senado. Basta tener vocación para ayudar a los desvalidos y, obvio, contar con un asesor jurídico-político. Aunque no hay enseñanzas trascendentes en esta película, se divertirá con la trama del peluquero que accedió a lo que algunos definen como la universidad de la política. Y además aprenderán a cantinflear con gracia en vez de arriesgarse a hacerlo de manera ridícula.
La bruja y la guerrera
El comic que se convirtió en film narra, entre otras aventuras, la de una bruja que lanza un hechizo sobre Nueva York: todos los hombres se convierten en indefensos animalitos y la arpía suelta un ejército de súper villanas para cazarlo. Aparece la Mujer Maravilla quien convoca al ejército de todas las heroínas y asunto arreglado. Se trata, pues, de una película que carece de utilidades morales. Sin embargo, si ubicamos en esta trama a la maestra Elba Esther, podríamos encontrar alguna similitud con el poder de las brujas y las guerreras, unidos ambos bandos para hacerse uno solo. Aquí la lección sería: búsquese una madrina como la Gordillo y olvídese de las películas. Empero, en el caso de que le guste el séptimo arte, recuerde que el miércoles es de dos por uno. Me refiero a las entradas al cine no así a las condiciones de las alianzas para hacer diputados y senadores de dedazo. ¿O se dirá legisladores falderos?
Twitter: @replicaalex