Por Alejandro C. Manjarrez
Cuando la dignidad se convierte en un requisito de sobrevivencia política, no hay riesgo que impida tal manifestación. Y ayer precisamente tuvimos dos muestras de esa actitud a veces suicida, una de ellas protagonizada por Manlio Fabio Beltrones, y la otra a cargo de los priistas poblanos que, según parece, han decidido quitarse la argolla que pretende ahorcarlos.
¿Cómo ceder las candidaturas que, gracias a la política de Felipe Calderón, están prácticamente ganadas para el PRI? ¿Por qué doblegarse ante la maestra Elba Esther Gordillo, cuando fueron sus huestes las que metieron mano para que perdieran la gubernatura? ¿Cuál es la justificación que darían si no rechistan por la imposición de la brida morenovallista?
Estas algunas de las cuestiones que deben haber influido en el ánimo de los priistas, razones que de concretarse pondrían en riesgo el prestigio que le queda a su partido. Por ello, creo, adicionándose a la voz discordante de varios militantes, a la dirigencia estatal no le quedó de otra mas que manifestar su rechazo y descontento con el Convenio de Coalición avalado por el líder Humberto Moreira Valdes.
Aunque el documento que impugna lo que es una negociación cupular haya sido signado por varios poblanos aspirantes al Senado de la República, es obvio que de ahí no pasará debido a que los aspirantes nunca podrán imponerse a la dirigencia nacional. Se trata pues de una lucha a todas luces dispareja; del empeño personal de cuatro o cinco priistas poblanos unidos por el deseo de ocupar la candidatura senatorial, para lo cual decidieron enfrentarse a la líder magisterial cuyo bagaje electoral ya fue comprado por Enrique Peña Nieto y su operador Moreira; de un selecto grupo dispuesto a combatir las decisiones del general en jefe de esta gran aldea, quien por cierto es ahijado político de la profesora Gordillo; en fin, de una acción que sin duda provocará reacciones a la usanza Lampedusa.
Especulemos:
Si los hados siguen estando del lado de Enrique Doger Guerrero, éste podría quedar en la candidatura de partido para convertirse en uno de los cuatro senadores que tendrá la entidad poblana. No es el caso de Alejandro Armenta e Ignacio Mier, quienes tendrían que conformarse con las candidaturas a diputado federal, igual que Blanca Alcalá, Víctor Manuel Giorgana y otros más con la trayectoria política que acredita sus pretensiones. No obstante los gritos y sombrerazos mediáticos, las cosas, insisto, podrían seguir igual, tan igual como antes.
El Panal con su cuota de diputados y un senador. El Verde coaligado para no perder su piscacha de poder político. Y el PRI obligado a aportar la cuota de votos que cuando menos en Puebla legitimen el triunfo de Enrique Peña Nieto. Y aquí, en este último supuesto, entran Javier López Zavala y Enrique Agüera Ibáñez, ambos como la fórmula PRI-Panal para contender y representar a Puebla en la Cámara Alta.
Lo curioso de este escenario es que, si no me falla la prospectiva, llegarían al Senado de la República el trío que hace meses coincidió con el deseo marinista, objetivo que dos de ellos trabajaron con la idea de que el PRI, su partido, ganara la gubernatura. Y los tres, que conste, están pensando en labrar su futuro político que va de la presidencia municipal de Puebla hasta la gubernatura del estado.
Si partimos de la palabra empeñada, la otra curiosidad la conformaría Alejandro Armenta Mier, ya que éste ha dicho que declinará cualquier postulación que no sea la del Senado; es decir, dirá no a la de diputado federal.
La tercera rareza seguramente correrá a cargo de Blanca Alcalá Ruiz, debido a que la ex munícipe tiene de su lado tres factores importantes; a saber: la cuota que valida la equidad de género, su cercanía concertada con Peña Nieto, y un importante cómplice político en la persona de Jorge Estefan Chidiac, el que maneja la lana del PRI. Sin embargo, Blanca adolece de un problema: el visto bueno de Elba Esther Gordillo, cuya influencia y decisión podría quedar a cargo del gobernador Rafael Moreno Valle, amigo de la maestra, enemigo de Blanca.
Queda claro, pues, que lo importante en este tablado es la dignidad, actitud que, como ya quedó escrito, se ha convertido en un requisito de sobrevivencia política. Y que junto a tal manifestación está presente el peligro de la escisión priista que fomentaría Manlio Fabio Beltrones, ahora líder moral de los inconformes con el Convenio de marras: recordemos que Manlio acaba de manifestar su acuerdo con la candidatura de Peña Nieto y al mismo tiempo su desacuerdo con el talante de la dirigencia de su partido, o sea de Humberto Moreira, desde endenantes aliado de la poderosa Elba Esther y todo lo que ella representa, incluida la influencia de Carlos Salinas de Gortari.
¿La dignidad contra lo indigno?
Twitter: @replicaalex