Por Alejandro C. Manjarrez
Así como Melquiades Morales Flores quiso bajar su perfil electoral para perder las elecciones de senador, ahora Rafael Moreno Valle Rosas parece empeñado en compensar al PRI de aquella derrota y de paso del descalabro zavalista. Raro, ¿no le parece?
Preguntará el lector en qué me baso para decir lo que acaba de leer. Aquí le van mis razones:
La primera señal nos la dio Ana Teresa Aranda en la entrevista publicada por Milenio el domingo pasado. Dijo la panista que Rafael jugaba a tres bandas. Se refería desde luego a lo comentado en varias columnas respecto a los apoyos morales que el gobernador ha brindado a los aspirantes del PAN, Panal y PRD o, para ser precisos, a las posiciones políticas de Felipe Calderón, Marcelo Ebrard y Elba Esther Gordillo, en este último caso incluida la rémora formada por políticos de diversas ideologías. Ello produjo ya el desencanto de los panistas que influyen en los procesos electorales, los mismos que trabajaron para que Rafa fuera gobernador.
La segunda, tozuda y machacona señal la forman tres circunstancias, mismas que establecen lo que se percibe como una especie de fobia a los poblanos. Sí, no me alce la ceja, dije a los poblanos porque un buen número de ellos han sido afectados por la política del actual régimen. Vea usted:
Primero ocurrió el despido masivo de los empleados del gobierno, purga que cobró alrededor de tres mil víctimas. Después, ya entrado en calor, el mandatario autorizó la contratación de empresas constructoras y de servicios, no sólo ajenas al estado, sino alguna de ellas española y otra comandada por un francés. Las razones técnicas o profesionales podrían justificar semejante política; sin embargo, los efectos colaterales destruyen cualquiera de esas justificaciones. Esto porque se dejó sin trabajo a miles de poblanos clase medieros cuyas familias multiplican por cinco o más las quejas contra esa acción que huele a menosprecio, particularidad que me lleva a realizar una operación con resultados digamos que electorales.
Estamos hablando de unos 15 mil jóvenes o chamacos (cinco por burócrata despedido) que por ser sus padres los desempleados tuvieron que dejar la escuela de paga para buscar otras más baratas o, en el mejor de los casos, voltear hacia los planteles oficiales. Muchos de esos muchachos alcanzarán la mayoría de edad antes de la próxima elección de gobernador (si es que no la alcanzaron ya), proceso al que llegarán convencidos de votar en contra de las propuestas de Moreno Valle, gracias precisamente al resentimiento provocado por el violento cambio de estatus económico que les produjo la destitución laboral de sus progenitores que, obvio, deben estar echando madres contra quien los corrió. Ahora bien, si multiplicamos esta fracción por el número de impactos sociales derivados de las quejas familiares y la cantidad de afectados colaterales, tendremos entonces a un importante segmento que manifestará su molestia en la próxima sucesión de gobernador.
La otra vertiente que también cuenta porque igual son padres de familia, quizás con más compromisos que los ex empleados del gobierno, es lo que está ocurriendo en el sector de la construcción. Hablo de los empresarios que se quedaron sin trabajo porque fueron contratistas del mandato anterior, o debido a que no tienen la “capacidad técnica” para abordar las magnas obras que ha propuesto el gobierno morenovallista. En este caso habría que multiplicar el número de afectados por el impacto negativo en su entorno, ya sea el proveniente de las quiebras o el que producen los despidos, las reducciones de salario y por ende la caída en el nivel de vida.
Si lo anterior no fuera suficiente para sustentar lo planteado, entonces incluya a la prensa poblana que ha sido desplazada o marginada, curiosamente siguiendo el esquema del Querétaro gobernado por el PAN. Ya sabe el lector lo que ocurrió: las elecciones las ganó el PRI y el nuevo gobierno restableció la relación con los medios de comunicación que habían sido “castigados” por quién sabe qué razones perversas, peregrinas o políticas.
Lo bueno o malo de la actitud oficial, depende cómo le haya ido en la feria al amable lector, es que todo lo enunciado parece ser el prolegómeno del 150 aniversario de la Batalla del 5 de Mayo, tiempo en el cual los poblanos podrían unirse para luchar contra los nuevos invasores, sean éstos franceses, españoles o fuereños, todos ellos viendo a Puebla como el gran botín del siglo XXI.
Claro que debe haber un plan B; empero éste podría funcionar siempre y cuando Rafael Moreno Valle Rosas respetara la inteligencia de los ciudadanos que gobierna, empezando por los celosos vigilantes del patrimonio histórico de Puebla, algo que ni los dirigentes priistas agachones se han atrevido a considerar como bandera de lucha…
Twitter: @replicaalex