Por Alejandro C. Manjarrez
Asegura Carlos Meza Viveros, que la actuación oficial del licenciado Juan Pablo Piña obedece a la recomendación de su padre, el ex gobernador Mariano Piña Olaya. Se trata, dice el abogado y notario público, de la revancha o vendetta en contra de quien recuperó las 1081 hectáreas que don Mariano había vendido “sin pudor alguno en uno de los más oprobiosos y deleznables actos de un gobernante en perjuicio de los poblanos”.
“El abogado de Rafael Moreno Valle –agregó Meza–, se ha valido de alguna de las ficciones de la ley para manejar la inexistencia o nulidad de las decisiones de gobernantes pasados, entre ellos Manuel Bartlett Díaz, a quien pretende incordiar achacándole actos ilícitos que no cometió.”
Mientras entrevistaba a quien es algo así como un “pedrusco” metido en el elegante zapato neoyorquino del gobernador, varios ex servidores públicos firmaban asustados el documento donde reconocen la ilegalidad de sus actos administrativos, declaraciones que una vez presentadas en la audiencia de conciliación, podrían dejar sin efecto legal todos los trámites que permitieron ceder, vender y entregar las decenas de hectáreas donde se instalaron Valle Fantástico, el Tecnológico de Monterrey y el Hospital Ángeles, nada más y nada menos. Esto, que conste, siempre y cuando Meza acepte lo que sus amigos priistas ya aceptaron, algo muy difícil de que suceda.
Antes de abundar sobre la vendetta piñaolayista contra Manuel Bartlett, le comento al lector quiénes son los ex funcionarios que no tuvieron “miedo a firmar” (Zapata, dixit) porque, intuyo, los dominó el pánico a las posibles denuncias del gobierno actual en contra de sus actuaciones. Van por orden, si no alfabético, sí de trascendencia mediática:
Marinistas: Javier López Zavala, Javier García Ramírez, Víctor Manuel Sánchez Ruiz y Gerardo Pérez Salazar, ex secretarios de Gobernación y de Desarrollo Social, de Obras Públicas, de Contraloría, y de Finanzas, respectivamente.
Melquiadistas: Héctor Jiménez y Meneses, Francisco Bárcena Compeán, Carlos Arredondo Contreras y Carlos Palafox Vázquez, ex titulares de las secretarías de la Contraloría, Finanzas, Gobernación y Obras Públicas, también respectivamente.
En el caso de los colaboradores de Mario Marín, es obvio que fueron presionados por su pasado inmediato, mismo que ante la sorpresa electoral combinada con la falta de tiempo para regularizar su gestión sexenal, dejaron algunas colitas administrativas, apéndices muy útiles por cierto para la negociación que emprendió Juan Pablo.
Respecto a los ex colaboradores del ex gobernador Morales Flores, imagino que éste intervino con la intención de validar su reconocido espíritu siempre conciliador: les pudo haber pedido que se mordieran el cachete para, sin rechistar, decir y signar aquello que conviene al gobierno morenovallista. “Nos equivocamos, ahora tenemos que ser institucionales. Ayudemos al gobernador de Puebla”.
La estrategia jurídica del gobierno tiene, además de la duda que representa el estilo draconiano de Meza Viveros, la aparente falta de un plan B que le salve el prestigio. Y aquí habría que preguntar a Juan Pablo Piña o a Fernando Manzanilla, lo que harán si no convencen a Meza y a Bartlett. Yo creo que no hay ninguna salida decorosa dado que la estrategia para rescatar los predios empezó con el mejor de los estilos que puso en boga el mítico y famoso Borras, aunque en este caso tengan asidos de la “hombría” a los cándidos ex, cuyo destino dependerá de si cumple o no con su deber Patricia Leal, ahora obligada a actuar conforme lo establece la ley: consignar los expedientes para las sanciones que procedan (a confesión de parte, relevo de prueba, establece la regla procesal). En fin.
Regreso a lo que apunta para ser en un interesante escándalo político.
Antes de dejar el cargo de gobernador de Puebla, Manuel Bartlett cubrió su retirada pensando en que su sucesor podría utilizar la reserva territorial para sus “aviesos fines comerciales”. Así, el 7 de enero de 1999 amarró el destino de las tierras encapsulando en un fideicomiso el Parque Metropolitano que, después de varios cambios (digamos que heterodoxos para evitar la aplicación del vocablo ilegalidad) de uso de suelo, se convirtió en Valle Fantástico. Melquiades y Marín le dieron la vuelta y enredaron lo que no tenía porqué enredarse, madeja que aún tiene algunas hebras sueltas.
De ahí que el ex gobernador y ex secretario de Educación Pública y de Gobernación se esté sobando las manos. Imagino que está encantado y feliz dispuesto a entrarle a lo que sería una disputa cuyas aristas lastimarían el prestigio de Rafael Moreno Valle Rosas. Primero porque sin tener vela en el entierro, a éste se le vería como parte del plan que, según Meza Viveros, lleva el sello de la venganza que ha soñado Mariano Piña para por fin desquitarse de Manuel Bartlett, el tipo que le impidió hacer negocios con las 1081 hectáreas expropiadas por el gobierno federal, con la única finalidad de crear la reserva ecológica y territorial que hoy es el muestrario más ominoso de la corrupción oficial.
¿Plan B?
Lo único que se me ocurre pensar es en una negociación entre gobierno y Ricardo Henaine: más terrenos a cambio de Valle Fantástico, cambalache que sacaría al buey de la barranca. ¿Y el pueblo? Bien, gracias.
Twitter: @replicaalex