Por Alejandro C. Manjarrez
Bien lo sentencia Giovanni Sartori: se puede estar informado sin comprender. Dicho de otra forma: la información no es conocimiento. O para mayor contundencia: “Las cadenas televisivas han producido ciudadanos que no saben nada y que se interesan por trivialidades”.
No obstante estos llamémosle tips del politólogo italiano, cuyos libros son lectura obligada para los estrategas políticos, existe un grupo de personajes en el poder cuya concepción sobre la prensa se deriva de sus malas o simplistas lecturas. Y lo peor: su “cultura” confirma los nocivos efectos de la televisión, a la cual ven como la vía o el método para informarse, formarse e informar sobre los asuntos del gobierno.
Por incompleta, la estrategia es definitivamente mala. Tal mala que en Puebla, por ejemplo, ha decaído la imagen pública del gobernante cuyo arribo al poder se dio entre las fanfarrias del éxito electoral. Sin embargo, hoy Rafael Moreno Valle es visto como un mandatario distante, enemigo de los medios de comunicación escrita, repelente a la crítica y poco afecto a convivir con la sociedad que gobierna. Tal vez esta apreciación se derive del efecto que apunta Sartori para quien, vuelvo a citar, “la televisión produce desinformación y distorsión: impone a todos datos estadísticos falsos (erróneamente interpretados)”.
Otro de los fenómenos derivados del extremismo en cualquiera de sus manifestaciones, es la personalidad dogmática o el interés extremo (B. Berelson, dixit) que suele “convertirse en un fanatismo rígido que perturba los procesos democráticos”. Como lo menciono arriba, se trata de una actitud que afecta lo que se ha dado en llamar “bono democrático”.
Lo curioso es que el político, digamos que moderno, vive para quedar bien con los llamados líderes de opinión sin considerar el porqué y cómo han llegado a ese sitial de la comunicación de masas. Le doy otro tip:
En primer lugar la regla establece que el éxito de esos “líderes” se debe al medio electrónico donde colaboran. Y por otra parte, para el que esto escribe lo más importante, es porque la información que manejan y difunden la obtienen, en buena medida, de los medios escritos precisamente; los tradicionales y aquellos que se han actualizado y forman parte de las redes de internet. De ahí que los comunicadores de renombre participen, además de en los medios electrónicos que los contrataron, en la forma tradicional del periodismo (Era Gutenberg): López Dóriga, Loret de Mola, Ciro Gómez Leyva, Leo Zuckerman, León Krause, Denise Dresser y Carmen Aristegui, por citar a los más populares del país. Saben que para prevalecer en la opinión pública (la edad siempre cobra su cuota) necesitan de la prensa escrita.
¿Y entonces la prensa escrita es o no importante?
Se equivoca aquel que responda con una negativa. Y no sólo eso: si en sus manos está la imagen del gobernante y por ende el éxito del gobierno, resultado que depende de la paz social impulsora del progreso en todas sus manifestaciones, elude y en consecuencia atenta contra la lógica que Dicey, otro estudioso sobre el tema, define con las siguientes palabras: “Los verdaderos cimientos del gobierno, son la opinión del pueblo que es gobernado”.
Ahora veamos un criterio sobre la cuestión, cuya autora es María de Ángeles Cabrera González, catedrática de la Universidad de Málaga, España:
“A la cada vez mayor presencia de las cabeceras de diarios en Internet hay que sumar la experiencia adquirida en la transmisión de informaciones a través de este medio. La mayoría de los diarios impresos tienen su referente en edición digital, al menos así se puede afirmar de países como Estados Unidos, Canadá e incluso, España. En total son unos cuatro mil periódicos de todo el mundo los que están presentes en Internet. Estas cifras desvelan la convivencia actual de dos versiones de un mismo diario en dos soportes diferentes (papel y digital). Esa convivencia, que podríamos considerar amistosa y complementaria, exige la diferenciación en el tratamiento de los contenidos para uno y otro medio, así como la adaptación paulatina de la prensa impresa a las características del medio on line. El modo en que la prensa papel ha estado presente en Internet ha respondido a diferentes modelos desde sus inicios hasta la actualidad. De esta forma ha pasado del modelo basado en la reproducción facsimilar, al modelo adaptado al nuevo medio, de éste al modelo digital y, en estos momentos, se dirige al modelo que podríamos denominar multimedia.”
En fin, este es un tema que da para varias columnas. Empero, por ahora lo importante es dejar asentado el error de apreciación (o de “cultura”) que cometen quienes suponen que los medios escritos poblanos no tienen importancia. El tercer tip para esos burócratas: escriban en Google la palabra que quieran relacionada con su trabajo o jefe y encontrarán cientos de miles de referencias, todas de la prensa escrita.
¿Y entonces, insisto, es importante o no las manifestaciones que representan a la Era Gutenberg?
Se los dejo de tarea.
Twitter: @replicaalex