Por Alejandro C. Manjarrez
Rafael Moreno Valle prepara un acto de reconocimiento a un poblano ilustre, evento que podría reconciliarlo con la historia poblana que, según hemos corroborado, varios de sus colaboradores ignoran, y no por supinos que conste, sino porque nunca habían vivido en Puebla.
Lo curioso es que el homenaje que habrá de concitar a personajes de México y del mundo, se le brindará a quien fungió como periodista antes de brillar en el escenario internacional como lo que fue: un ser de excepción por su labor humanitaria en beneficio de los perseguidos de Hitler, Mussolini y Francisco Franco. No se trata de un periodista común y corriente. No. Gilberto Bosques Saldivar dirigió el periódico El Nacional cuando éste era el medio oficial del PNR y, aunque resulte difícil de creer, el único diario que señalaba los errores del gobierno de Lázaro Cárdenas, amigo por cierto de Gilberto y después beneficiario de la obra humanitaria de este poblano chiauteco.
¿Cuál fue la formación de don Gilberto, la que lo llevó por distintos caminos hasta encontrarse ubicado en la historia y en los corazones y las mentes de los descendientes de los más de cuarenta mil hombres, mujeres y niños salvados de la muerte por él?
Era maestro normalista. Participó en el movimiento que encabezó Aquiles Serdán. Ingresó a la Revolución Mexicana. En la última etapa de este movimiento, Álvaro Obregón lo persiguió porque formaba parte del levantamiento que encabezó Adolfo de la Huerta. Antes, en 1917, había resultado electo diputado local para legislar la Constitución de Puebla. Más tarde contendió por la candidatura al gobierno estatal, posición que al final quedó en manos de Maximino Ávila Camacho, debido a lo que resultó la primera concertación política, digamos que moderna: Lázaro Cárdenas pidió a Bosques declinar la candidatura que había ganado con el voto de los grupos políticos de aquellos entonces: “Tengo un fuerte compromiso con Maximino —le reveló el presidente—. Ayúdame a cumplirlo”.
La confesión amistosa de Cárdenas orilló a don Gilberto a abstenerse de protestar contra lo que a todas luces era una imposición presidencial. Así que decidió alejarse de Puebla para evitar que Maximino tomara represalias contra él y su familia. “Me la tenía sentenciada”, dijo Bosques al que esto escribe.
Don Gilberto tuvo una intensa vida diplomática y cultural que hasta la fecha sigue presente en la memoria de la humanidad. El Museo del Holocausto, por ejemplo, muestra y promueve su obra. Varios países han reconocido su labor humanitaria. En Austria hay una plaza con su nombre. En cuba se le recuerda con afecto y respeto porque intervino ante las dos fuerzas en controversia revolucionaria; lo hizo para salvar vidas, que era su objetivo. ¿Y en Puebla?
Por órdenes del atrabiliario y rencoroso Maximino, se quiso borrar todo vestigio de la presencia de Bosques. Inclusive, el terrible militar se comprometió a matarlo (y lo hizo por escrito) porque seguramente le estorbaba e inquietaba la inteligencia, prestigio y libertad de pensamiento que distinguió a don Gilberto.
Fue hasta los días de Guillermo Jiménez Morales, cuando alguien le recordó a Bosques y ponderó su obra para, de acuerdo con la tradición, el a la sazón candidato emitiera su voto por este personaje. Ya como gobernador, Jiménez Morales solicitó al Congreso local se le entregara un reconocimiento y una medalla. Así se hizo pero Bosques se negó a recibirla debido a que su ideología y criterio político no compaginaba con el estilo del gobierno.
Años más tarde, la L Legislatura local inscribió su nombre en los muros del Congreso. Y con sus cien años a cuestas Bosques Saldivar estuvo presente: en esa Sesión Solemne el constituyente habló ante los diputados recordándoles la importancia de ser congruentes con el legado de nuestra historia.
La vida ejemplar de Bosques nos impele a recordarlo como uno de los ejemplos de la dignidad y verticalidad que forma parte del legado de México. E inspirados en esa su extraordinaria labor que incluye el periodismo, confiar en que el tiempo que falta para el homenaje planeado por la administración de Moreno Valle (mediados de noviembre próximo), sirva para dignificar su memoria dándole al gobierno poblano que reconocerá su obra humanista, cultural y política, el soporte que se forma con el respeto a las ideas y a las libertades (incluida la de expresión), patrimonio de la sociedad plural. De lo contrario el acto será un show en el cual estará ausente la herencia de Gilberto Bosques Saldivar, y todo lo que ello significa.
Twitter: @replicaalex