El controvertido cardenal Juan Sandoval Íñiguez (el que acusó a los ministros de la Corte de haber sido “maiceados” y solicitó no votar por el PRD, etcétera), en el 2006 tuvo la ocurrencia de pedir ayuda a Washington para frenar el avance de Andrés Manuel López Obrador. Así se lee en el cable 06VATICAN61 de Wikileaks, redactado por la embajada de Estados Unidos en el Vaticano.
Según la misma fuente, el prelado se reunió en Roma el 28 de marzo de 2006 con Francis Rooney, embajador del gobierno estadunidense en el Vaticano. En esta ocasión el cardenal Sandoval le dijo al diplomático norteamericano que el avance de la izquierda en Latinoamérica representaba una “tendencia peligrosa”, y además señaló que aumentaba el poder de Fidel Castro, Hugo Chávez, Evo Morales, Néstor Kirchner, Michelle Bachelet y López Obrador.
En el mismo cable se menciona que el prelado preguntó si el presidente George W. Bush podría ayudar, ya que los cardenales sentían que los pobres de Latinoamérica no entienden los beneficios potenciales que les puede traer el mercado libre, por lo que era apremiante que se firmaran tratados de libre comercio con Estados Unidos.
Como se desprende del cable citado, Sandoval nunca se refiere a cuestiones religiosas que se encuentren en peligro; sólo esgrime razones políticas y económicas para tratar de frenar la importancia electoral del “Peje”.
Esta posición del Clero político se ha manifestado constantemente durante la historia de nuestra patria, desde la Independencia hasta nuestros días. Por ello, al reunirse el Congreso Constituyente en Querétaro a fines de 1916, los representantes del pueblo conscientes de la labor antipatriótica que había venido realizando, incluyeron en la Carta Magna artículos tendientes a hacer desaparecer su injerencia en los asuntos políticos y económicos de México. Como reacción, una vez promulgada la Constitución, empezaron a realizar propaganda fuera de México y trataron de involucrar a los católicos norteamericanos que, aunque no comulgaban con sus conceptos religiosos, tenían una predisposición contra cualquier régimen que mantuviera el artículo 27, preñado de amenazas para los capitalistas estadounidenses. Estos católicos en unión de eclesiásticos mexicanos poseían la mayor parte de las acciones de la industria petrolera del país y en el momento en que el Congreso reglamentara el mencionado precepto y lo pusiera en práctica, iban a sufrir considerables perjuicios económicos, ya que la fracción II del mencionado artículo 27 prohibía a las iglesias adquirir, poseer o administrar bienes raíces o capitales impuestos sobre ellos.
Una etapa representativa de la intervención de la Iglesia católica en la política nacional, fue la que se dio durante el gobierno del general Calles.
El episcopado mexicano publicó la pastoral en la que desconocían la Constitución de 1917 y llamaban a sus feligreses a combatirla (El Universal, febrero de 1916 y agosto de 1926), y otra dada a conocer en el mismo periódico el 25 de julio de 1926, suspendiendo los cultos católicos en toda la República, con la obvia intención de lograr el descontento y sublevación de sus feligreses.
Al no obtener el éxito deseado, pues la mayor parte de los mexicanos somos partidarios de mantener a las iglesias y al Estado por caminos diversos, el Clero continuó intrigando en el extranjero con la intención de derribar al gobierno. También consideró que el Clero católico norteamericano era tan influyente y poderoso que podría lograr que el gobierno norteamericano interviniera. Para ello acudieron a los cardenales James A. Flaherty, ex caballero de Colón en Filadelfia, Mundelein de Chicago y Hayes de Nueva York, para que ellos elaboraran una protesta ante el Departamento de Estado porque se negaba a retirar el reconocimiento al gobierno mexicano a pesar de su inminente “rusianización”, ya que la filosofía “soviet” dominaba a los poderes militares de México. Consideraron asimismo que se trataba de un gobierno militar comunista.
La propaganda contra México realizada por el clero en los Estados Unidos, tuvo como punto principal el pretendido comunismo y así se presentó al gobierno mexicano como propagador del bolcheviquismo en el Nuevo Mundo, opresor del catolicismo y encargado de sovietizar a la América Central y a la del Sur. El 25 de noviembre de 1926, durante la misa que ofició en Washington el obispo W. Haffey, dijo que la realidad en México era una lucha entre el ideal bolcheviquista y el ideal americano. Como se puede ver la acción de Sandoval, es la misma determinación para operar políticamente a niveles que trascienden las fronteras nacionales para fijar y defender sus posturas e intereses relacionados con los asuntos terrenales. Es uno más de sus intentos por involucrar a un gobierno extranjero en asuntos que corresponden exclusivamente a la voluntad y decisión de los mexicanos, Y es una invitación para violar una vez más la soberanía nacional.
El conocimiento del origen del estado laico en el que nos desenvolvemos evitaría posturas como las de los diputados poblanos que pretenden inscribir con letras de oro el nombre de un beato y obispo en los muros del Congreso del Estado. Y opiniones como la del arzobispo de Puebla que considera que “No pasa nada”, viola la Constitución y eso parece no importarle a nadie. Le sugiero al arzobispo que se lleve el busto de Benito Juárez, que parece que no quieren en casa Aguayo, y que le haga un nicho en la Catedral; total, “no pasa nada”.
También resultan fuera de lugar opiniones como la de Pedro Ángel Palou, que puso un twiter diciéndole a Mario Riestra, que ya no se puede hablar de Palafox y Mendoza, porque se les acusa de alterar el Estado laico. No se confunda ex rector de la UDLAP, el derecho a profesar cualquier creencia religiosa está garantizado por la Constitución, así como el derecho de libre expresión, pero eso es muy diferente a no respetar lo establecido en nuestra Carta Magna. Aunque los gobiernos de derecha han manifestado su interés en que estas conductas permanezcan impunes, para desgaste y descrédito de sus administraciones.
*Documentos y mayor información en Espionaje y Contraespionaje en México, de mi autoría publicado por la BUAP.